jueves, 30 de octubre de 2014



La buena vida es cuando te levantas por la mañana ilusionada esperanzada con el día que nos  aguarda.
Cuando creemos con el corazón lo que hacemos, esa realidad se percibe en la energía que le anima.
La vida es demasiado corta para pasarla sin interés.
Cuando sabemos exactamente lo que queremos estamos seguros que lo conseguiremos.
Esto es lo que hace que una vida parezca buena; cuando posee una orientación, cuando te diriges en línea recta hacía lo que amas.

Lo que amas es aquello para lo que estas dotado. Sólo ese amor te da el impulso suficiente para aferrarte a algo hasta desarrollar tus dotes. Así es en realidad como se logran en este mundo las cosas auténticamente grandes, obras de personas idénticas a ti y a mí que saben qué quieren y emplean todo lo que tienen.
Sino sabes lo que quieres no podrás pasar la línea de salida y eso desanima a cualquiera. Pero como no estamos solos, y sabemos lo que queremos nos damos cuenta que así hay muchas personas en común.
Cuando nos sentimos inquietos porque no encontramos el camino, percibimos que quizás en alguna otra parte hay un trabajo específico que debemos realizar.
Cada uno de nosotros es peculiar dentro de nuestra clase. Cada persona posee un modo peculiar de ver el mundo .
Muchos de nosotros nos sentimos paralizados . Cada vez que decidimos cambiar algo en nuestras vidas algo sucede, por alguna razón misteriosa nuestro propósito se quiebra. Nos detenemos y pensamos que debemos abandonar, incómodos porque el tiempo corre, y temerosos de nunca lograr alcanzar nuestro proyecto.
Cuando tenemos claro lo que queremos, resulta que surgen una serie de opciones, pero debemos tener claro cuál es el objetivo deseado.
La libertad es maravillosa, pero también atormenta porque nos permite crear nuestros propios objetivos.
La razón de que ignoremos lo que deseamos, es que existe dentro de nosotros que nos impide conocerlo. Los sueños se nos enturbian por una lucha interna. No es fácil localizar conflictos íntimos. Con frecuencia son reproches a nosotros mismos: tal vez no tengas talentos, quizás seas muy perezoso, si fueras más inteligente habrías hecho algo mejor en tu vida.
En cuanto te das cuenta que algo se interpone en tu camino, sabrás exactamente por qué no te has creado la vida que deseabas. Dejarás de hacerte reproches y comprenderás que has sido incapaz de ponerte en marcha porque existe una razón.
Un aspecto de esa dualidad  te empuja a conseguir lo que deseas y la otra está resuelta a detenerte.  Comencemos manos a la obra para alcanzar tan anhelado proyecto y que esa dualidad no sabotee toda esa energía que hemos puesto en lograr lo que deseamos.
Lo que anhelamos puede ser nuestra realidad. Por eso en cuanto nos ponemos en acción resulta aleccionadora incluso cuando no tengamos razón.

 Publicado por CBAna María.

martes, 28 de octubre de 2014

EL MIEDO






PARABOLA DEL AGUILA

Érase una vez un hombre que caminaba por el bosque, encontró un aguilucho, se lo llevó a su casa y lo puso en su corral, donde pronto aprendió a comer la misma comida que los pollos y a conducirse como estos.
Un día un naturalista que pasaba por allí, le pregunto al propietario porque razón un águila, el rey de las aves y los pájaros, tenía que permanecer encerrado en el corral con los pollos.
Como le he dado la misma comida que a los pollos, y le he enseñado a ser como un pollo, nunca ha aprendido a volar, respondió el propietario; se conduce como los pollos y por tanto no es un águila.
Sin embargo, insistió el naturalista, tiene corazón de águila, y con toda seguridad se le puede enseñar a volar.
Después de discutir un poco más, los dos hombres convinieron en averiguar si era posible que el águila volara. El naturalista le cogió en sus brazos, suavemente y le dijo “ TU PERTENECES AL CIELO NO A LA TIERRA, ABRE LAS ALAS Y VUELA”. El águila sin embargo estaba confuso: no sabía qué era y, al ver a los pollos comiendo, saltó y se reunió con ellos de nuevo.
Sin desanimarse, al día siguiente, el naturalista llevó el águila al tejado de la casa y la animó diciéndole: “ERES UNA ÁGUILA ABRE LAS ALAS Y VUELA “; pero el águila tenía miedo de su yo y del mundo desconocido y saltó otra vez en busca de la comida de los pollos.

El naturalista se levantó temprano al tercer día, saco el águila del corral y lo llevó a una montaña. Una vez allí, alzó al rey de las aves y lo animó diciéndole “ERES UNA ÁGUILA Y PERTENECES AL CIELO, AHORA ABRE LAS AVES Y VUELA “.
El águila miro alrededor, hacía el corral y hacía arriba, al cielo. Pero siguió sin volar. Entonces el naturalista lo levantó directamente hacía el sol; el águila empezó a templar y abrió lentamente las alas y finalmente con un grito triunfante voló alejándose hacia el cielo.
Es posible que el águila recuerde todavía a los pollos con nostalgia; hasta es posible que de cuando en cuando vuelva a visitar el corral. Pero nunca vivió más vida de pollo.
Siempre fue un águila, pese a que fue mantenida y domesticada como un pollo.
El ser humano siente miedo y responde psicológicamente al miedo con mecanismos de defensa muy próximos a los que usan los animales: huida, ataque, inmovilidad y sumisión.
Biológicamente el miedo no plantea ningún problema.
¿Qué otra cosa va a hacer el ciervo sino huir del leopardo? Pero el ser humano quiere vivir por encima del miedo.
Sabe que no puede eliminarlo, sin caer en la locura o en la sensibilidad.
No podemos vivir sin que nuestros sentimientos nos orienten, pero no queremos vivir a merced de ellos.

Publicado por: CBAna María

domingo, 26 de octubre de 2014

CONEXION AFECTIVA.



En mi soledad,
he visto cosas muy claras
que no son verdad.

Karl Cooper decía: Conviene que se enfrenten los argumentos, para que no tengan que enfrentarse las personas.
La inteligencia compartida, la que resulta de una conversación inteligente y rigurosa, es más de fiar que el monólogo interior.
La razón privada puede fundamentar el egoísmo.  No así la razón en su uso público, donde los distintos intereses y puntos de vista tienen que conjugarse.
En el diálogo se supone que la justicia deriva del diálogo abierto entre todas las personas implicadas en un asunto, en igualdad de condiciones.
Nos sentimos más vivos y creadores, en ocasiones cuando tenemos conversaciones amorosas.
Podemos alcanzar una felicidad compartida en una serie de  intercambios agradables y fecundos.
Personas independientes y libres pueden vincularse para la realización de un proyecto.
La realización de estos proyectos requiere de una inteligencia compartida.
Todos necesitamos el bienestar, sentirnos agradable, el placer, reconocimiento, la comodidad, la grandeza, sentirnos acogidos y acoger, sentirnos protegidos y proteger también, reconocer y ser reconocidos, nos esforzamos por agradar a la otra persona, para que exista ese algo bello, esa felicidad.

 
Las parejas que aciertan en concederse múltiples satisfacciones, son irrompible!
Cuando abundan los sentimientos desagradables, tensiones, inquietud, desánimos, celos; la relación se convierte en precaria. No hay amor que aguante desdicha evitable, el sufrimiento, la indiferencia, la crueldad, el mal carácter, la falta de comunicación, las mentiras, los celos o simplemente la mala educación.
Todos necesitamos estar conectados con otras personas la solidaridad, la sexualidad, la unión en muchas situaciones de nuestras vidas como: deportes, fiestas, paseos, viajes,… nos vinculan mucho más.
Para mantener una relación amorosa los protagonistas deben establecer entre sí una complicidad de intercambios.
Aunque en la vida diaria hay mil ocasiones para que esto se rompa, siempre habrá uno de los dos en la pareja conspirando para mantener esa unión.
Por ello, hace falta  mucha inteligencia y  capacidad para reestablecer la comunicación, para resolver esos conflictos que dañan la relación.
Debemos mantenernos unidos en medio de las adversidades.
Nuestra convivencia será fructífera en la misma medida que trabajemos unidos por un bien en común. 

Fuente: Marina, J.A.

Publicado por CBANA MARIA.







  

sábado, 18 de octubre de 2014

CAUSA EFECTO.

Publicado por CB Ana María


“Un buen profesor hace maravillas” Predicamos con el ejemplo.
Caminando por la vida encontramos personas entrañables, que nos enseñan lo hermoso que es vivir.
De niño somos un reflejo condicionado de nuestros padres, ellos nos educan, nos dan el ejemplo a seguir, son nuestros líderes  y  en ese día a día,  vamos encontrando y aumentando nuestras experiencias.
Todo lo que llega a nuestras vidas, cada situación por la que pasamos, es por algún motivo:
En la India enseñan las “cuatro leyes de la espiritualidad” que hablan justamente sobre esto.
La primera dice “La persona que llega es la persona correcta“, es decir que nadie llega a nuestras vidas por casualidad, como dice un gran amigo terapeuta; todas las personas que nos rodean, que interactúan, que comparten en nuestro diario caminar, están allí por algo, para hacernos aprender y avanzar en cada situación.
La segunda ley dice “lo que sucede es la única cosa que podía haber sucedido”. Nada, pero nada, absolutamente nada de lo que nos sucede en nuestras vidas podría haber sido de otra manera. Ni siquiera el detalle más insignificante. No existe el: “si hubiera hecho tal cosa…hubiera sucedido tal otra…”. No. Lo que pasó fue lo único que pudo haber pasado, y tuvo que haber sido así para que aprendamos esa lección y sigamos adelante. Todas y cada una de las situaciones que nos suceden en nuestras vidas son perfectas, aunque nuestra mente y nuestro ego se resistan y no quieran aceptarlo.
La tercera dice: “En cualquier momento que comience es el momento correcto”. Todo comienza en el momento indicado, ni antes, ni después. Cuando estamos preparados para que algo nuevo empiece en nuestras vidas, es allí cuando comenzará.

Y la cuarta y última: “Cuando algo termina, termina“. Simplemente así. Si algo terminó en nuestras vidas, es para nuestra evolución, por lo tanto es mejor dejarlo, seguir adelante y avanzar ya enriquecidos con esa experiencia.
Por eso, todo lo que está llegando a nuestras vidas, lo atraemos por medio de las leyes de correspondencia, en virtud de los pensamientos, emociones o imágenes que tengamos en la mente.





lunes, 13 de octubre de 2014

¿CÓMO HACERTE SABER?

Publicado por CB Ana María



¿Cómo hacerte saber que siempre hay tiempo?
Que uno sólo tiene que buscarlo y dárselo,
Que nadie establece normas salvo la vida,
Que la vida sin ciertas normas pierde forma,
Que la forma no se pierde con abrirnos,
Que abrirnos no es amar indiscriminadamente,
Que no está prohibido amar,
Que también se puede odiar,
Que el odio y el amor son afectos
Que la agresión porque sí hiere mucho,
Que las heridas se cierran,
Que las puertas no deben cerrarse,
Que la mayor puerta es el afecto,
Que los afectos nos definen,
Que definirse no es remar contra la corriente,
Que no cuanto más fuerte se hace el trazo más se dibuja,
Que buscar un equilibrio no implica ser tibio,
Que negar palabras implica abrir distancias,
Que encontrarse es muy hermoso,
Que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida,
Que la vida parte del sexo,
Que el “por qué” de los niños tiene un porque,
Que querer saber de alguien no es sólo curiosidad,
Que querer saber todo de todos es curiosidad malsana,
Que nunca está de más agradecer,
Que la autodeterminación no es hacer las cosas solo,
Que nadie quiere estar solo,
Que para no estar solo hay que dar,
Que para dar debimos recibir antes,
Que para que nos den hay que saber también cómo pedir,
Que saber pedir no es regalarse,
Que regalarse es, en definitiva, no quererse,
Que para que nos quieran debemos demostrar qué somos,
Que para que alguien “sea” hay que ayudarlo,
Que ayudar es poder alentar y apoyar,
Que adular no es ayudar,
Que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara,
Que las cosas cara a cara son honestas,
Que nadie es honesto porque no roba,
Que el que roba no es ladrón por placer,
Que cuando no hay placer en las cosas no se está viviendo,
Que para sentir la vida no hay que olvidarse que existe la muerte,
Que se puede estar muerto en vida,
Que se siente con el cuerpo y la mente,
Que con los oídos se escucha,
Que cuesta ser sensible y no herirse,
Que herirse no es desangrarse,
Que para no ser heridos levantamos muros,
Que quien siembra muros no recoge nada,
Que casi todos somos albañiles de muros,
Que sería mejor construir puentes,
Que sobre ellos se va a la otra orilla y también se vuelve,
Que volver no implica retroceder,
Que retroceder también puede ser avanzar,
Que no por mucho avanzar se amanece más cerca del sol,
¿Cómo hacerte saber que nadie establece normas salvo la vida?
¿Cómo hacerte saber que siempre hay tiempo?


Mario Benedetti