jueves, 4 de febrero de 2016

RECONOZCO QUE TENIAS RAZÓN.

No entendía lo que veías y querías decirme…  ¡es muy duro!,  aunque no sé  si por educación, principios, o respeto no terminas de aclarar lo que debía entender.
Siempre has tenido la razón, tienes un don natural para ver las cosas que otros no ven, tienes un talento increíble, sólo lo reconocemos cuando se realizan las cosas que por intuición nos has dicho. Hablas constantemente nos haces  sugerencias que no valoramos  porque en el momento no lo entendemos,  pero… qué difícil es reconocer  que tantas veces  has dicho y repetido de manera reiterada  lo que debemos  hacer para mejorar, sin embargo no  prestar atención nos trae inconvenientes, o situaciones incómodas.
Esa sabiduría que llevas con tanta humildad que no reconoces tener, en numerosas oportunidades aclara a tantas personas lo que no creen que puedan suceder, acercarte al otro, que no hace más que establecer lazos de unión con las personas que quieres y que te importan.
Hablar es una necesidad, escuchar es un arte (Goethe)
Las personas que saben escuchar a otros, los acompañan en su viaje por la vida.
El escritor y orador J. Krishnamurti afirmaba “Escuchar es un acto de silencio”. Mientras no callemos nuestro dialogo interno y prestemos atención a nuestro interlocutor, no aprenderemos a escuchar. Solo una actitud de escucha atenta hace fecunda la palabra que podemos dar a nuestro interlocutor. Es difícil poder decir al otro algo que resulte válido si no abrimos de par en par nuestros oídos para escucharlo. Así la persona escuchada sentirá que le están dando la importancia que merece, quedando agradecida y creándose a su vez un clima de respeto, estima y confianza.
Muchas veces, las personas que están atravesando un momento difícil en su vida, sólo necesitan que alguien las escuche. Necesitan hablar para desahogarse, para descargar su ansiedad, su angustia. Cuando escuchamos, estamos ayudando a la otra persona a poner en palabras lo que le ocurre, a dar nombre a su malestar. Al sentirse escuchada, la persona puede intentar organizar sus pensamientos y avanzar y empezar a comprender su dolor. Tenemos dos oídos para oír y una boca para hablar, es indispensable para nuestra comunicación, sin embargo hablamos dos o tres veces más de lo que somos capaces de oír. No debes poner barreras a la información que recibes, no limites tus oídos y abuses de tu boca, sino más bien al contrario... llénate de información y no des tanta. Tu naturaleza te dice que aproveches lo que entra en tu cuerpo, lo que recibes, lo que escuchas y lo que oyes, porque es necesario y a la larga tu felicidad, aunque creas que no es para tanto, será dependiente de estas cosas que parecen tan insignificantes.
Si todos aprendiéramos a escuchar un poco más y a hablar un poco menos, todos seríamos un poco más felices y nuestra vida estaría más equilibrada, los problemas tenderían por naturaleza a solucionarse de una manera más directa y efectiva y en general la felicidad estaría más a nuestro alcance.

El saber escuchar se ha convertido hoy en día en una virtud que pocas personas tienen. Aprende a oír a los demás, a escuchar a tu entorno y a recibir todo lo que está a tu alrededor. Lo que entra en tu mente y en tu cuerpo te será de más utilidad que aquello que sale de él.