Dentro de las
relaciones con las demás personas, algo que llama la atención es el nivel de
tolerancia que tenemos los seres humanos para con nuestros semejantes.
Si nos conocemos
nosotros mismos, podemos saber y entender al prójimo. Tenemos que dejar de ser víctimas
de los demás, porque sufrimos innecesariamente. “El ser humano es tan obediente que quizás poniéndole en su receta médica que tiene que ser feliz, quizás sea el mejor remedio para sus dolores y conflictos existenciales” Tomado de: Programación Neuroinconsciente Dinámica.
Somos tan pocos tolerantes,
tenemos tan poca sensibilidad, que al
encontrar personas con unas ganas de hablar, ser entendidas, comprendidas,
apoyadas, respetadas y amadas, no les hacemos caso, pensando que estamos por encima
de ellos o que nunca los vamos a necesitar, pero como todo en la vida es un
boomerang, cuida lo que lanzas al aire, porque se puede devolver en tu contra.
Muchas veces
confundimos la necesidad de ser escuchados o de escuchar con ser fastidiosos o
no ser comprendidos.
Debemos caminar con
nuestros pies, pero de vez en cuando empatizar con nuestros semejantes, quizás
no es ponernos en su zapatos, porque nunca serán nuestros números y aunque los
sean, cada uno tenemos los pies diferentes de otros, pero si, tratar de
entender el proceso que otros viven.
Cuando nos conocemos se
pueden hacer los cambios pertinentes para atraer todo lo que necesitamos y
deseamos para alcanzar nuestras metas y logros.
Somos arquitectos de
nuestras vidas, creamos nuestros caminos, por eso sigue tu intuición
disfrutando cada día de lo que te hace feliz, aunque no sea del agrado de todos,
prepárate para llegar a lograr lo que mereces.
Siente en ti esa
seguridad, que solo la percibes cuando sabes que estas en el camino correcto, confía,
es necesario confiar… Confiar en la vida, confiar en que las cosas saldrán
bien, confiar en las personas que nos rodean, y confiar en nosotros mismos y en
nuestro potencial.
El Universo necesita
que ocupemos nuestro lugar sigue adelante, por qué es la manera de llegar a
estar de bien a excelente.