La importancia de un acompañante en la etapa de nuestras vidas cuando ya no somos tan jóvenes o requerimos de un apoyo incondicional en el camino que vamos recorriendo.
Tal vez no todos tengamos esas oportunidades de poder compartir en la segunda etapa de la vida con un pilar o alguien que nos escuche, ya que en esa parte es donde se acentúa el estado de soledad, porque tenemos a la familia, amigos, compañeros, lejos de nosotros o cada uno tiene establecida sus planes diarios.
Es donde conocemos el verdadero amor incondicional, ya que al ver personas que nos escuchan, esto nos llega como un bálsamo a nuestra alma, cosa que no sentimos cuando estamos por la vida de manera independientes.
Todos pasamos por esos procesos de sentir de cerca la soledad, unos están rodeados de personas y se sienten más solos que sino tuvieran compañía, otros por su parte es una decisión que han tomado porque se acostumbraron a vivir sin compañía, también está el caso que no es lo uno ni lo otro, sino que la vida se les fue presentando de esa manera y hoy en día están entendiendo que una buena compañía es parte importante para darnos esa energía y aliciente que nos permita salir de el estado de ansiedad o tristeza.
No es fácil gestionar esa emoción de sentirnos que no valemos para nada, menos para hacer cosas de adultos, es una sensación de no poder ayudar a otros porque estamos mayores, que nos ven como si fuésemos un estorbo en sus vidas.
Dichosos aquellos que cada etapa de vida, han dado lo mejor de si y pueden contar con la alegría de tener una persona que les escuche y haga sentir que la vida vale la pena ser vivida, que a pesar que no seamos tan ágiles o fuertes, todavía podemos ayudar desde la experiencia de haber hecho muchas cosas por un país, sociedad o por muchas personas. Esto no quiere decir que tengan que retribuir a todos los mayores lo que en un momento determinado hicieron por nosotros, ¡no! solo que debemos sentir agradecimiento porque son parte de nuestra historia.
Abrazos energéticos de LUZ y AMOR.
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