domingo, 7 de diciembre de 2014

¿CUÁL ES TU CUENTO DE HADAS?


Ya sabes cuál es tu sueño. Ahora cierra tus ojos y saborea tus momentos favoritos de esa fantasía. ¿En qué momento exacto quieres que suceda? ¿Cuál es la escena cumbre en la película de tu vida?
Cuando hayas disfrutado suficientemente de tu fantasía, abre tus ojos y  haz algunas anotaciones de lo que viste.

He aquí cómo concebían algunos curiosos la realización de sus fantasías: “Un extranjero rico y apuesto se casa conmigo y me lleva con él por todo el mundo. A veces preparo maravillosas cenas para los dos, pero no tengo que volver a trabajar, cocinar, o servir a nadie más” escribió Yona.
Sylvia anotó: “Recibo una carta de alguien que me ha oído cantar en una fiesta y desea pagarme cincuenta mil dólares por un contrato para la Scala.”
Patrick:”En el museo de Arte Moderno ven mis bocetos y dicen: “¡Traed ahora mismo a ese hombre! ¡Es un genio! ¡ Queremos sus esculturas en el jardín!”
Pero espera un minuto. Ésas son unas fantasías muy bonitas, todo el mundo fantasea, ¿no es verdad?
Pues claro. Pero existen algunas diferencias muy importantes entre una ensoñación y la realidad.

A veces sin embargo,  no es fácil encarar la realidad y sus duros modos para cambiar tu vida y sólo con ensoñaciones acerca de ella no cambiarás nada.
Según Walter Riso, la principal fuente para crear la visión del mundo que asumes y por la que te guías surge del contacto con personas (amigos, padres, maestros) de tu universo material y social inmediato. Y las relaciones que estableces con el mundo circundante desarrollan en ti una idea de cómo crees que eres. Los fracasos y los éxitos, los miedos y las inseguridades, las sensaciones físicas, los placeres y disgustos, la manera de afrontar los problemas, lo que dicen y lo que no te dicen, los castigos, los premios, el amor y el rechazo percibidos, todo confluye y se organiza en una imagen interna sobre tu propia persona: tu yo o tu autoesquema.
Los humanos mostramos la tendencia conservadora a confirmar, más que a desconfirmar las creencias de  lo que tenemos almacenadas en nuestro cerebro durante años. Somos resistentes al cambio por naturaleza, y esta economía del pensamiento nos vuelve obstinados y poco permeables a los estímulos novedosos. 

Fuente: Walter Riso.
Enamórate de tí.

Publicado por CB Ana María

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