Ante la pérdida de un hijo, no
hay palabras reconfortantes o de aliento, solo al pasar el tiempo aprendemos a
vivir con ese dolor, aunque es muy fuerte, no es posible seguir viviendo con
ese dolor, hay que buscar otros alicientes para el diario vivir, cosas que te
motivan a hacer cosas que te distraigan y ayuden a entender que en la vida hay
que seguir…
El momento que vives es muy
fuerte, puedo llegar a entenderte, pero lo que sientes debe ser algo que no se
puede describir.
Aunque tengas el conocimiento y
la sabiduría para afrontar esto, no es fácil desgarrarse cuando ese ángel que
era un preciado tesoro, ha decidido partir al cielo.
Palabras de aliento, de apoyo, sé
que no sirven de nada, ese dolor es
intrínsicamente tuyo.
Han sido días de agonía,
sufrimientos, esperanzas, sentimientos encontrados, aunque ya no había más nada
que hacer. Esa fortaleza que te ha caracterizado salió a flote para soportar
esos avatares, sin embargo llegó el momento donde no podías más, se ha roto tu
corazón, las fuerzas y las esperanzas se perdieron en el shock de recibir la
noticia, que tu ángel ya no estaba en este plano, ha desencarnado, aunque me
temiera que eso iba a suceder, albergaba la esperanza, la fe que podía
revertirse y tener mejoras.
Muchos son los mensajes que has
recibido por el hondo pesar que estas atravesando, y entre ellos hay uno
conmovedor y a la vez consolador.
“No he muerto.
Solo me fui antes y no quiero que
me recuerden con lágrimas como aquel que no tiene esperanzas.
No he muerto, aunque mi cuerpo no
esté, siempre mi presencia se hará sentir.
Seré el silencio den nuestro hogar
que tanto compartimos, seré la brisa que besará su rostro, seré un recuerdo
dulce que asista a su memoria, seré una página bonita de su historia.
Perdón a todos, tomé únicamente
uno de los trenes anteriores y se me olvidó decirles…
No he muerto, solo me fui antes.
Autor desconocido.
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