viernes, 26 de septiembre de 2014

DISCRIMINACION.

Publicado por CB Ana María
Es duro, pero lo que hoy juzgas, mañana te encontrarás juzgándote frente al espejo.
Anne Ancelin Schützenberger lo ha estudiado a fondo: “Los duelos no hechos, las lágrimas no derramadas, los secretos de familia, las identificaciones inconscientes y lealtades familiares invisibles” pasean sobre los hijos y los descendientes. “Lo que no se expresa con palabras se expresa con dolores”.
Nuestras propias necesidades, carencias, sentimientos de vejaciones,  frustraciones, la alegría, la paz, el amor y la abundancia, todo esto son condicionantes que nos llevan a  pensar que estamos satisfechos cuando hemos llegado a la cima de una experiencia maravillosa y edificante. Estamos satisfechos cuando estamos ‘colmados’ de algo, así que podemos estar colmados de alegría, abundancia, miedo, confusión, duda, ansiedad, dolor o dicha. ¿Dónde están colmados? Cuando nos damos cuenta que es lo que deseamos, allí es donde sentimos esa discriminación o vacío interior.
A medida que transcurran los días, nos sentimos llenos y eso podría ser una situación en la que ya hemos tenido suficiente o algo de lo que queremos más. Las energías que nos rodean se mueven tan rápido ahora que la manifestación sigue al pensamiento muy rápidamente.
DISCRIMINACION:
Palabra grave y complicada si las hay, porque evoca desprecio, racismo, exclusión de los otros, distinguirse de los otros que no son yo.
Saber que hay una diferencia entre  yo y el no-yo.
Que eres tú, y yo soy quien soy.
Que somos una misma cosa, pero no somos la misma cosa.
Que no soy la misma cosa que tú, que soy otro.
Que no soy idéntico a tí y que tú no eres idéntico a mí.
Que somos diferentes. A veces muy diferentes.
Esto es la capacidad de autodiscriminarse.
Nacimos creyendo que el universo era parte de nosotros, en plena relación simbiótica
Aprendimos sin quererlo la diferencia entre el adentro y el afuera.
Aprendimos a diferenciar entre fantasía y realidad.
Aprendimos a esperar y, por supuesto, a tolerar la frustración.
Aprendo a no confundirme con el otro, a no creer que el otro siente o debe sentir necesariamente igual que yo, los demás no piensan ni deben pensar como yo. Que el otro no está en este mundo para satisfacer mis deseos ni para llenar mis expectativas.
Discriminado, confirmo definitivamente que yo soy yo y tú eres tú.
Así  puedo avanzar en este tramo para tomar la dirección del autoconocimiento.
Porque saber que tú no eres  yo y que yo no soy tú no alcanza para saber quién soy.
La autodiscriminación es necesaria, pero no es suficiente.

Fuente:
Jorge Bucay
El camino de la autodependencia.

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