jueves, 18 de septiembre de 2014

SUFRIR, LLORAR, CRITICAR....

Publicado por CB Ana María


El tren de las oportunidades no tiene marcha atrás.
Las virtudes de saber vivir, o de vivir a plenitud.
Algunas personas se transforman mediante el dolor y las crisis, otras se instalan en la amargura, la tristeza y la desolación, se abandonan en una actitud de víctimas. Las crisis y las pérdidas son las grandes maestras de la vida que nos colocan al borde del abismo. Podemos elegir entre ser aprendices, discípulos de la vida o víctimas.
 El fracaso es una experiencia imprescindible que nos ayuda a madurar, a ser humildes, mientras que el éxito continuado puede mantenernos en un estado de omnipotencia y superficialidad.
 Tenemos la opción de sufrir y lamentarnos, llorar,  criticar o aceptar que esto forma parte de la vida, y colaborar con lo inevitable para que sea una etapa creativa y enriquecedora. Buscar un significado positivo y afrontar la crisis de manera constructiva, preguntándonos: ¿Qué sentido tiene esto en mi vida?, ¿qué me aporta?, ¿qué parte de mí necesita y pide crecer? Hay infinidad de muertes y renacimientos en la vida. Es necesario rendirse y dejar que la vida nos transforme para acceder a nuevos niveles de conciencia. En algún momento veremos lo que atravesamos fue un peldaño más de esa larga escalera que nos conduce a la Luz de la conciencia.
He cambiado mi percepción gracias a que en la vida me he dado cuenta de que predominan las cosas positivas.
El universo se está formando conforme interactuamos con él. Es decir, que si no sabes nada de algo, no puedes observarlo. Si no has llegado a ciertas profundidades de tu espacio interior, no vas a poder percibirlas tampoco en otros.
No hace falta comunicarlo, sino predicarlo con el ejemplo, allí es donde se nota el cambio. Es muy fácil dar consejos a los demás, lo difícil es ponerlos en práctica en nuestra propia vida. Si no tenemos la coherencia y la constancia de practicar lo que pregonamos, muy pronto, nadie nos va a prestar atención y mucho menos respetar.
¿Qué se logra cuando decido hacer cosas que antes creía que no era capaz de hacer? Esas son preguntas que siempre se hacen sin lograr la respuesta. Sólo siendo humildes, nos conectamos rápidamente con la compasión y quien siente compasión por los demás, empieza a vivir con pasión su verdadera vida. Todos quieren estar por encima de todos. Esa es la causa principal de los malos entendidos. El hombre de carácter humilde siempre comprende a los demás. Él nunca está por encima de nadie. Él nunca se siente superior a nadie. En cada conversación que mantenemos abunda el pronombre “YO”. Yo hice esto, yo hice aquello. Yo di esto, yo di aquello. Yo logré esto, yo logré aquello. Un hombre con humildad raramente utiliza ese pronombre. En su conversación abundan los pronombres “nosotros” y “ustedes”.

El hombre comprensivo discute muy poco. Casi nada, o frena la discusión a tiempo. Se da cuenta de que en una discusión, nadie gana. Cuando Ustedes piensan que la han ganado, se dan cuenta tarde o temprano, de que no han convencido a la otra persona; más bien la han cansado. En ese proceso se pierden muchísimos amigos. El hombre comprensivo sabe que hay que ponerse de acuerdo, a pesar de las diferencias. Incluso, cuando él no está de acuerdo, respeta a la otra persona. Antes de calumniar, se olvida de su ego, y practica lo que predica.

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