Es duro, pero lo que hoy
juzgas, mañana te encontrarás juzgándote frente al espejo.
Anne Ancelin
Schützenberger lo ha estudiado a fondo: “Los duelos no hechos, las lágrimas no
derramadas, los secretos de familia, las identificaciones inconscientes y
lealtades familiares invisibles” pasean sobre los hijos y los descendientes.
“Lo que no se expresa con palabras se expresa con dolores”.
Nuestras propias
necesidades, carencias, sentimientos de vejaciones, frustraciones, la alegría, la paz, el amor y
la abundancia, todo esto son condicionantes que nos llevan a pensar que estamos satisfechos cuando hemos
llegado a la cima de una experiencia maravillosa y edificante. Estamos
satisfechos cuando estamos ‘colmados’ de algo, así que podemos estar colmados
de alegría, abundancia, miedo, confusión, duda, ansiedad, dolor o dicha. ¿Dónde
están colmados? Cuando nos damos cuenta que es lo que deseamos, allí es donde
sentimos esa discriminación o vacío interior.
A medida que transcurran
los días, nos sentimos llenos y eso podría ser una situación en la que ya hemos
tenido suficiente o algo de lo que queremos más. Las energías que nos rodean se
mueven tan rápido ahora que la manifestación sigue al pensamiento muy
rápidamente.
DISCRIMINACION:
Palabra grave y
complicada si las hay, porque evoca desprecio, racismo, exclusión de los otros,
distinguirse de los otros que no son yo.
Saber que hay una
diferencia entre yo y el no-yo.
Que eres tú, y yo soy
quien soy.
Que somos una misma
cosa, pero no somos la misma cosa.
Que no soy la misma cosa
que tú, que soy otro.
Que no soy idéntico a tí
y que tú no eres idéntico a mí.
Que somos diferentes. A
veces muy diferentes.
Esto es la capacidad de
autodiscriminarse.
Nacimos creyendo que el
universo era parte de nosotros, en plena relación simbiótica
Aprendimos sin quererlo
la diferencia entre el adentro y el afuera.
Aprendimos a diferenciar
entre fantasía y realidad.
Aprendimos a esperar y,
por supuesto, a tolerar la frustración.
Aprendo a no confundirme
con el otro, a no creer que el otro siente o debe sentir necesariamente igual que
yo, los demás no piensan ni deben pensar como yo. Que el otro no está en este
mundo para satisfacer mis deseos ni para llenar mis expectativas.
Discriminado, confirmo
definitivamente que yo soy yo y tú eres tú.
Así puedo avanzar en este tramo para tomar la
dirección del autoconocimiento.
Porque saber que tú no
eres yo y que yo no soy tú no alcanza para
saber quién soy.
La autodiscriminación es
necesaria, pero no es suficiente.
Fuente:
Jorge Bucay
El camino de la
autodependencia.