Publicado por CB Ana María
Todos moriremos algún día. Esa no es una novedad.
Generalmente, nadie disfruta pensando en su propia muerte. Pero contemplar esta inevitable realidad puede producir una amplia serie de impactos positivos que logran una mejor versión de nosotros mismos. Desde elegir estilos de vida más saludables hasta aumentar nuestra empatía.
Superficialmente, podría parecer que pensar en la muerte es algo deprimente. En el campo de estudio conocido como Teoría del Manejo del Terror (TMT), que se concentra en la forma en la que el cerebro consciente lucha para evitar o ignorar los pensamientos sobre la muerte, muchos psicólogos estudiaron los impactos negativos que acarreaban el hecho de pensar en esta situación. Sin embargo, un escrito publicado este mes cambia este concepto, explicando que el mero hecho de pensar en la muerte puede realmente mejorar la vida.
Kenneth Vail, de la Universidad de Missouri, declaró ante la Sociedad de la Psicología Social y Personalidad (SPSP por su sigla en inglés) que antes de su última publicación "Existía muy poco conocimiento integral sobre cómo la sutil conciencia cotidiana de la muerte podía ser capaz de motivar actitudes y comportamientos que podrían minimizar los daños a uno mismo y a los demás; promoviendo a la vez el bienestar”.
Vail y sus colegas analizaron los resultados de numerosos estudios que relacionan los pensamientos sobre la mortalidad con una amplia variedad de comportamientos positivos. La gran mayoría de estos estudios siguen el mismo modelo: confrontan individuos con situaciones que los obligan a pensar sobre la muerte y luego analizan sus estilos de vida y actitudes posteriores.
Por ejemplo, después de recibir información sobre los riesgos de morir por un cáncer de piel, muchos de los participantes del estudio optaron por utilizar protectores solares.
Pero por lo general es mucho más complicado que todo eso. Uno de los temas analizados en el estudio contempla el hecho de que pensar sobre la muerte nos motiva a convertirnos en mejores versiones de nosotros mismos. Pero la forma en la que esa motivación se traslada al comportamiento depende de la autoestima de cada individuo. Por ejemplo, cuando las personas que basan su autoestima en el atractivo físico son expuestas a mensajes que alegan que la piel bronceada es más atractiva y luego a otros que mencionan la mortalidad, el resultado muestra que son menos propensas a utilizar protectores solares de factores más altos que aquellos participantes a los que se les presentan mensajes que mantienen que las pieles pálidas son menos atractivas.
También se realizó un estudio que evalúa el efecto sobre la empatía que produce un recorrido por el cementerio, en el que las personas recuerdan la mortalidad sin hablar explícitamente de ella. Mientras caminaban, los participantes escucharon una conversación predeterminada sobre los beneficios de ayudar a los demás. Comparados con otros sujetos de estudio que escucharon la misma conversación mientras paseaban por otros lugares, las personas que se encontraban en el cementerio se mostraron más propensas a ayudar a una mujer a la que se le habían caído sus pertenencias.
"Otros experimentos de campo y estudios de laboratorio minuciosamente controlados reprodujeron éstos y otros descubrimientos similares, demostrando que la conciencia de la muerte puede motivar un incremento de las expresiones de tolerancia, igualdad, empatía y pacifismo”, declaró Vail a la SPSP
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