sábado, 30 de junio de 2012

“Los secretos de familia pueden matar”

Publicado por CB Ana María


Una lealtad invisible nos lleva a repetir acontecimientos dolorosos que vivieron nuestros antepasados.Traumas de generaciones anteriores pueden heredarse sin contacto directo. Infobae América entrevistó aEvelyne Bissone, especialista en análisis transgeneracional
“El inconsciente tiene buena memoria”, revela Anne Ancelin Schützenberger en su libro “¡Ay, mis ancestros!”.“Uno se puede tejer un cáncer a la edad que quiere”, suele decir también esta prestigiosa analista, una de las más grandes psicodramatistas mundiales. De nacionalidad francesa, desde 1967 es profesora emérita de la Universidad de Niza.

Evelyne Bissone Jeufroy es la discípula autorizada de Schützenberger para trabajar en países de habla hispana en el análisis transgeneracional y, en la actualidad, la única que cuenta con permiso para difundir su obra. De nacionalidad argentina, y con una extensa formación profesional en Francia, Bissone Jeufroy ha pasado gran parte de su vida estudiando y trabajando en aquel país sobre esta temática. Su desempeño en el área de selección de personal en IBM en Francia y el trabajo con niños reveló su habilidad para detectar y tratar a personas que cargan con “secretos de familia”. Éste es el diálogo que mantuvo con Infobae América:

¿Por qué repetimos situaciones vividas por nuestros ancestros?
Hay varios motivos, puede ser por fidelidad o por lealtad familiar inconsciente con una persona amada o importante en la familia. Otra razón posible es que algo no haya sido hablado. Si hubo un trauma, como un suicidio, un aborto espontáneo o provocado, un robo, una bancarrota o un reparto injusto de bienes hereditarios, y no se habló de ello, estos acontecimientos se van a volver a repetir hasta que alguien los trabaje y salgan a la luz. Los padres repercuten sobre los hijos, como los abuelos repercutieron sobre los padres, los tatarabuelos sobre los abuelos y así podemos seguir…
¿Cómo pueden sacarse a la luz esos acontecimientos no hablados?
La tarea de reparar el trauma es tan intensa y cansadora como la de arar la tierra. La persona hace el trabajo y yo la acompaño. Lo comparo a un bosque en el que se sacan todas las ramas muertas y entra la luz del sol. Cuando uno trabaja un trauma, la primera vez sube al menos cuatro generaciones y si después la persona vuelve con más datos, lo hacemos a partir de la quinta. Hay quienes me dicen que dejaron valijas de varios kilos en mi consultorio porque el inconsciente familiar pesa, y mucho. Una paciente me dijo: “Le dejé una valija de 120 kilos,usted no se imagina lo que pesaban estas dos familias.” Incestos, suicidios, cosas muy graves.
¿Cómo es una primera sesión?
Cuando vienen a verme les pregunto cuál es la razón primordial por la que se acercaron a mí. Tienen que elegir un tema que se trata en una sola sesión de 3 horas y media. Después de esa vez, la mayoría de la gente no necesita verme durante un año. Yo les aviso que luego de esa sesión no van a tener ganas de salir, porque es muy cansador. Pero tengo que darme cuenta si el problema que me plantea el paciente es la real motivación por la que vino. De lo contrario, tengo que reencauzarlo. Anne (Ancelin Schützenberger) compara este trabajo con el de Agatha Christie o Sherlock Holmes, porque hay que ver por dónde me lleva la persona con sus asociaciones inconscientes.
Si no se supera un trauma, ¿podría éste provocarnos una enfermedad grave o un accidente?  

Anne trabajó con enfermos de cáncer y descubrió que muchos desarrollaban la enfermedad a la misma edad que sus antepasados. “Uno se puede tejer un cáncer a la edad que quiere”, suele repetir ella. En 1970, los médicos le decían que esa enfermedad era provocada por cuestiones genéticas, pero ella demostró que no, asistiendo a una mujer de 35 años con un cáncer terminal. Encontró que su madre había muerto de lo mismo a la misma edad y se dio cuenta que estaba tan identificada con ella que iba a repetir su trágico destino. Eso es lo que se denomina “síndrome de aniversario”.

¿Puede pasar lo mismo con los accidentes?

Respecto a los accidentes, Anne les preguntó a los médicos si estos también son de origen genético y le respondieron que no. Pero ella logró demostrar que sí lo son. Hay algunos que se repiten en las familias y, cuando se sube en el árbol genealógico, se encuentra el trauma inicial. Hay muchos que no tienen razón de ser e incluso la persona dice que no los provocó y, efectivamente, no fue su culpa. Pero miro las generaciones anteriores y veo lo mismo, las mismas fechas…

¿Y qué puede hacerse?

Nosotros trabajamos los “aniversarios de fragilidad“. Por ejemplo, en la semana que murió un pariente muy amado las personas están en una época de fragilidad y tienen que evitar operarse, por ejemplo, porque susdefensas estarán bajas. Además, por razones que no entendemos, los hospitales y las clínicas te dan esas fechas. Nosotros le decimos a la gente que las cambie, pero a veces no se puede. Una persona se tenía que operar de un cáncer el 7 agosto y el 8 se conmemoraba el fallecimiento de su padre. Como no pudo cambiar el día, trabajamos con ella para subirle las defensas. Y eso pasa todo el tiempo.
¿De qué manera la psicogenealogía puede ayudar a un paciente que presenta algún trauma?

La psicogenealogía pone en relieve las transmisiones útiles para la persona que está en la búsqueda del origen de un trauma. También se trabaja sobre su identidad. El paciente habla y se pone al trauma en su contexto. Por ejemplo, hace más de treinta años tener un hijo sin estar casado o sin haberle dicho al niño quién era su padre les generaba un trauma tanto al pequeño como a la madre, porque era inaceptable para la sociedad. El pequeño era rechazado por sus compañeros de escuela, quienes se burlaban de él y lo señalaban. Por eso la importancia de poner al trauma en el contexto en que ocurrió, si no, no entendemos nada. Podemos revivir también el hambre que nuestros antepasados vivieron durante la guerra, eso también se contextualiza.
¿Cómo se encuentran esas transmisiones entre generaciones?

Trabajamos en una pizarra, exponemos el problema y revivimos las emociones mediante preguntas. En este trabajo no se juzga, por el contrario, entra mucha compasión y mucho amor por las personas, y si hicieron daño separamos el acto del individuo. Alguien que mató o se suicidó no es malo, lo hizo porque tuvo un momento de desesperación o de depresión. Cuando la persona lo contextualiza, empieza a entender que el sufrimiento viene de sus antepasados.
¿Podría comentarnos algún caso?

Una vez vino a verme una mujer que odiaba a su mamá, porque la había abandonado en un asilo junto a su hermano cuando tenía apenas cuatro años y no conocía a su padre. Pero cuando nos pusimos a trabajar, observamos que su madre tampoco había conocido al suyo. Subimos cuatro generaciones y  nos dimos cuenta que no había hombres en esa familia y las mujeres siempre estaban solas. Casualmente ella había tenido dos hijos y ni noticias del padre. Había repetido la historia como sus antepasados. A esta mujer no se le puede quitar el sufrimiento porque no se puede abandonar a un chico a los cuatro años. Su hermano nunca se repuso, pero ella, sí, aunque fue muy lastimada. Este trabajo le dio compresión porque contextualizó que su madre no tenía modo de hacer las cosas de otra forma. Ahora sigue adelante. Creo que una parte de su odio disminuyó, pero el daño no se puede sanar. Cargarse de odio también es muy pesado y hace mucho mal.
¿Estamos impulsados por una inconsciente fidelidad a nuestra historia familiar?

Sí, estamos impulsados por el inconsciente que es mucho más importante que el consciente, porque es el que nos maneja. Esta tarea nos da mucha humildad, porque nosotros creemos que tomamos decisiones para nuestras profesiones o para elegir la persona con la que nos vamos a casar, pero en realidad es el inconscienteel que elige.

¿Se puede romper esa cadena invisible?

Cuando el trauma es hablado y sale a la luz ya no se necesita repetirlo por fidelidad. Son cosas que no se dicen porque los secretos de familia tienen como base la vergüenza. No tener padre, haber sido víctima de incesto, haber nacido en una familia donde alguien estuvo en prisión o donde se escondió a un hijo que tenía una discapacidad son situaciones que generan vergüenza y ésta se tapa con un secreto. Pero a veces éste puede matar.
¿Qué es un genosociograma?

Es una poderosa herramienta de la psicogenealogía que no se puede utilizar con todos los pacientes porque si la persona está muy frágil o con depresión puede salir completamente destruida. Es un árbol genealógico comentado en una pizarra o sobre una o dos hojas que la persona se lleva a su casa. Allí se indican los principales acontecimientos positivos o negativos que han dejado una marca: casamientos, accidentes, mudanzas, pérdidas de trabajo, fallecimientos, herencias, injusticias, todo lo que tiene importancia sobre varias generaciones. También se anotan todas las pérdidas de objetos de amor, como un perro o una casa. Se agregan los lazos conflictivos, los  positivos y negativos, los constructivos y destructivos, las frases que nos han dañado, los mandatos, etc. 

¿Es necesario investigar sobre nuestros antepasados antes de la sesión?

No, porque todo está grabado en el inconsciente. Se dice que los chicos y los perros saben todo de una casa y es absolutamente cierto. Los niños escuchan detrás de las puertas, se dan cuenta cuando su madre cambia el tono de voz al hablar sobre un tema que la incomoda y hasta notan cuando una tía desvía el tema de conversación al observar su presencia. Ellos quieren saber de qué se trata y tienen razón: tienen derecho a conocer lo que pasa en su familia. Hay adultos que dicen que no se acuerdan de nada, pero eso es imposible. No recuerdan lo consciente, porque éste borra lo que no es cómodo. La mente se olvida de todo lo que duele, pero el inconsciente y el cuerpo no se olvidan jamás. Allí queda la huella de lo ocurrido.

APOYARNOS EN EL PODER DIVINO

Publicado por CB Ana María


Obsequio del Libro UNA VIDA FELIZ por haber alcanzado 1.000.000  de visitas. HACER CLIK EN:
Si invocamos a Dios y todo lo hacemos en su nombre, gracias a esta forma de vida sentimos que podemos amar sin limitaciones ni exclusiones porque, sin importar quienes somos, de dónde venimos o a donde vamos; cual nuestro sexo, posición social, económica, ideología o religión; sabemos que conformamos la gran familia humana, que es su creación más acabada sobre esta tierra para hacernos uno con él y nutrirnos de su esencia divina que nos transfiere una parte de su poder, que es inconmensurable como lo ratificó Jesús de Nazaret cuando sentenció: “…si tienes fe como una semilla de mostaza, moverás esa montaña…”
Cuando observo tantas personas atemorizadas por el castigo divino que supuestamente les espera; que se complican su vida con problemas, que por su intrascendencia son sólo asuntos por resolver, siento que por ignorar ese poder heredado de Dios, están desperdiciándolo para resolver asuntos elementales de sus vidas, que progresivamente convierten en importantes.
Por experiencia propia sé que no es difícil producir esos cambios de actitud, ya que mientras no los conocí, procesé internamente, me convencí y practiqué, también viví con temores, zozobra y angustias injustificadas, que sólo eran producto de mi ignorancia de ese esencial conocimiento tan fácil de usar, pero que atrasaron mi felicidad y la que pude dar a otros por muchos años.
Es un tema de reflexión que dejo para mis lectores, en la vía de ayudarles a vivir una vida con menos temores y más edificante, que en mi caso me dio inmejorables resultados y no tengo duda que quien de ustedes se convenza de ello, mejorará en muy poco tiempo su forma de vida, convirtiéndose en fuente amor, optimismo y bondad para sus relacionados.
En recuerdo de lo que pude hacer y no hice por mí mismo y por las personas que amé y amo, precisamente por desconocer cómo aplicar estas verdades, quisiera ayudar a otros a evitárselo dejándoles para su revisión, meditación y a ser posible ACTUACION, estas reflexiones que no son ficción sino experiencias de mi propia vida.
Así, amorosa pero respetuosamente, les sugiero que, más allá de cualquier creencia religiosa –que no se afectaría con su nueva actitud- se convenzan de que tienen ese poder de Dios dentro de sí mismos, y usándolo diariamente en su amor con la familia, trabajo, salud y en sus relaciones con las otras persona y puedo asegurarles que SERÁ ESPECTACULAR EL que experimentarán en sus vidas.

LA IMPORTANCIA DE COMPARTIR

Publicado por CB Ana María


No he tenido la oportunidad de verificar si es cierto que “El que comparte y reparte le queda la mejor parte”, pero respecto de que lo importante de compartir, no es la parte que nos quede sino que al ayudar nos ayudamos.
Compartir con nuestros semejantes no sólo las bendiciones y situaciones positivas, sino aquellas que nos afecten negativamente, es un principio cristiano de incuestionable valor.
La regla de oro del cristianismo es integral, porque Jesús no se circunscribió a una cosa, circunstancia o asunto en especial sino que globalizó la regla, al demandar que hiciésemos por los demás lo mismo que esperábamos que los demás hicieran por nosotros.
Si bien es cierto que es loable, apropiado y noble compartir cosas físicas con los demás,  no menos importante es compartir el conocimiento, las buenas noticias, la alegría, el optimismo, la confianza, la fe en Dios y… la esperanza.
Para compartir todo momento y oportunidad son buenos. Nuestra vida, como los valores que la rigen, tiene una condición existencial bipolar. Así,  de forma constante tenemos frente al nacer, el morir; al bien, el mal; a la alegría, la tristeza; al éxito, el fracaso; a la riqueza, la pobreza; al egoísmo la generosidad; a la fe en Dios, el temor.
La condición vivencial de compartir lo bueno nos aporta sentimientos de realización, de plenitud y solidaridad humanas. Cuando compartimos la tristeza, la desesperanza o el dolor, igualmente sentimos que la carga se hace menos pesada, más llevadera y que no estamos solos.
Como producto de mis personales observaciones, en repetidas oportunidades he comprobado que muchos y graves problemas vivenciales de personas que me han consultado, hubieran sido menores, menos agravantes o más rápidamente solucionables, si el afectado los  hubiese compartido con otras personas.
No es acertado pensar que lo positivo del compartir lo es únicamente cuando se trate de algo físico, porque para la mayoría de las personas, es más difícil solicitar ayuda o consejo para sus problemas espirituales, que requerir cosas materiales.
Es que un pedazo de pan no es difícil compartirlo, porque cualquiera puede darlo sin mucho problema; pero para oír con respeto, interés e intención de ayuda, se requiere sentir que la solidaridad no es una opción sino una obligación, porque todos somos… uno.
El pan se come y a las pocas horas nuevamente se tiene hambre. La sensación de que no estamos solos y que alguien comparte nuestras inquietudes y preocupaciones, nos acompaña por mucho tiempo,  y a veces por siempre.
Que la carga se hace menos pesada y el disfrute mayor cuando compartimos es algo que no deberíamos olvidar.
Sin esperar nada por el aporte que hagamos a nuestros hermanos, siempre la vida nos devuelve beneficios; sino a nosotros mismos, a los seres que más amamos.  Como padres, es apropiado recordar al Salmista cuando afirma: “…no he visto hijo de justo mendigando pan.”
Al compartir, independientemente de la naturaleza de lo que se comparte, crecemos espiritualmente y nos hacemos la existencia más agradable.

QUE DESPUES DE LA INFIDELIDAD SEXUAL

Publicado por CB Ana María


“SI TUVIERA DOS VIDAS TE REGALARÌA UNA; SIN EMBARGO, LA ÙNICA QUE TENGO   TE LA OFREZCO PARA HACER UNA SOLA CONTIGO.”
¿Cómo actuar luego de producida la infidelidad sexual?
Para el ofendido su sorpresa, orgullo herido, dolor y frustración no dan tiempo para el análisis racional de la situación, sino para la acción inmediata y violenta de rechazo.  Sin embargo, antes de abordar la actuación posterior, conviene analizar someramente los antecedentes previos al suceso.
Tomaré como referencia un caso de la vida real, como textualmente me fue propuesto por una de mis lectoras:
Descubrí que mi esposo me fue infiel, él me explicó que está muy arrepentido porque me quiere, pero que no sabe que le impulsó a hacerlo. Sólo tuvo contacto sexual una vez para quitarse esa inquietud y que esa relación ya no existe. Yo lo amo y no sé como manejar esto. Tengo tanta rabia, frustración y hasta dudo de mi capacidad sexual. Quiero perdonarlo pero tengo miedo que luego se vuelva a repetir, pero es que tampoco quiero perderlo porque salvo esto, él es  muy considerado conmigo, agradable  y sé que me ama. “
La infidelidad sexual no se produce por un impulso momentáneo; se trata de un proceso acumulativo de insatisfacciones que desencadena en una actuación cargada de emotividad, frustración, perturbación, confusión, y a veces, irracionalidad.
Es el triunfo de la originalidad sobre la cultura, actualizada por una reacción animal instintiva que supera principios éticos, que soportan la relación de pareja. La permanente lucha del hombre civilizado con su herencia atávica:atracción heterosexual y cópula.
Para el ofendido, el acto desleal violenta los sentimientos, los pactos de amor y solidaridad que produjeron la unión, afectando la fe, confianza, seguridad en si mismo y en la relación: el mundo se pone… oscuro.
Para el ofensor, la fantasía y debilidad dan paso a la realidad. Al momento fugaz de supuesto goce -que la mayoría de las veces no es nada extraordinario- sigue la perturbación, angustia y sentimiento de culpa; los remordimientos y tardía racionalización de las consecuencias cobran un precio demasiado alto, que algunas veces destruye años de esfuerzos, dedicación y… sueños.
La reflexión llega tardíamente, pero… llega. El mundo se pone pequeño y la vida se hace… miserable. El mal está hecho y la sensación es la de un  callejón sin salida. Para los dos es un momento aciago, en el cual se encuentran solos, porque nadie puede ayudarlos. El shock da paso al temor a las consecuencias, y ambos, emocional  y mentalmente desestabilizados se preguntan: ¿Y ahora qué?
En muchos casos, se trata de personas que por años han tenido una conducta apropiada de fidelidad y consecuencia, pero quienes en un momento dado, por razones que ellos mismos no pueden racionalizar,  cometen un error. Surgen entonces algunas interrogantes:
¿Debe condenarse sin término de juicio?
¿No tiene ningún valor su actuación consecuente, honesta, leal y solidaria, frente a un acto equivocado?
¿Cuando se unen dos no se aceptan con sus virtudes y defectos?
¿Acaso la solidaridad no es en las buenas y en las malas?
¿No es cuando nuestro par  tiene problemas cuando más requiere nuestra comprensión y… ayuda?
Frente al suceso fáctico sólo queda una opción válida, inteligente, sincera y valiente: controlar el dolor, la ira de uno y la tendencia a la justificación del otro, en pro de analizar los factores incidentes que desencadenaron la situación, poniendo por delante la verdad para decir, sin ambages y falsos prejuicios, lo que se siente que ha fallado en la relación.
De ese análisis sincero surgirá la realidad de  cuándo se inició el proceso de deterioro, cómo y porqué se produjo; pero también por qué  no fue advertido y tratado a tiempo. Si predomina la verdad y no la justificación, ambos, de alguna manera, consciente o inconscientemente, en mayor o menor grado resultarán con incidencia de culpa.
Si la llama del amor se mantiene viva, la frustración y el temor darán paso a la reflexión sobre valor de lo que se está en juego. La aceptación de la actuación errada, la solicitud del perdón y la contrición resarcirán el dolor. La nobleza y generosidad, hermanas gemelas del amor propiciarán el perdón y… el olvido.
El tiempo dará oportunidad al ofensor de compensar con creces sus errores y el ofendido se sentirá satisfecho de haber tenido la altura espiritual, que se requiere para perdonar y olvidar;  con lo cual, por cierto, salvó la relación.
Si por el contrario, no obstante habérsele dado la oportunidad de corregir definitivamente el entuerto, el ofensor resultare reincidente y se terminare la relación, no sería el ofendido el gran perdedor; porque para él, en el camino de la vida, en su misma vía y en sentido contrario,  otros vienen en busca de lo mismo, con idénticos deseos, ambiciones y sueños; en un momento, sin  importar como ni cuando, se encontrarán, sentirán que llegaron a su destino y se producirá el milagro: el amor nuevamente tocará la puerta y… deberá abrírsele.
Por su parte, quienes no tienen suficiente amor, generosidad y nobleza para entender que la pareja no es de ángeles, sino de seres humanos con virtudes y defectos; ambos tratando de ser mejores en un mundo complejo y progresivamente insensible a la ternura, consecuencia y solidaridad humanas, en una situación de infidelidad dejan que sus más radicales sentimientos decidan la situación, y el resultado siempre es el mismo: irreflexión, incomprensión, odio, rencor, frustración, revanchismo. Como consecuencia, soledad y tristeza, para lo cual por cierto no se requiere tener una pareja.

LA CRÍTICA DESTRUCTIVA

Publicado por CB Ana María


Hoy voy a complacer a una lectora que me pidió que escribiera sobre “La crítica destructiva y el daño que nos hace criticar”;  por lo cual, sin ánimo de establecer especiales normas de conducta, que desde hace mucho tiempo fueron determinadas,  explano mi testimonio sobre lo que de ello creo.
Un viejo proverbio nos enseña que “Lo que más daño hace al cuerpo no es lo que entra por la boca, sino lo que del corazón sale.” Seguramente, la intención de quien lo creó fue la de indicar los males que para un individuo pudieran acarrear malintencionados criterios o palabras inconsecuentes.
 La crítica destructiva, casi siempre a espaldas del afectado, no aporta nada positivo a quien la produce ni a quien van dirigidas, porque su esencia es la de dañar, independiente de cuales fueren las consecuencias o entidad para el afectado o el grupo social en general.
 El autor de la crítica destructiva, actuando de forma soterrada con cobardía y ninguna nobleza, crea con su especulación una cortina, supuestamente protectora a sus propias frustraciones y fracasos, detrás de la cual esconde su falta de iniciativa para aportar soluciones  y su déficit personal de valentía, para alcanzar sus personales realizaciones.
 Criticar y destruir es más fácil que enaltecer y construir. En el primer caso, no se requiere ninguna grandeza o esfuerzo; pero para el segundo, la nobleza, el trabajo y la dedicación son simplemente indispensables, y desventuradamente, los valores parecieran ser hoy menos comunes que sus antivalores.
 Pero la crítica destructiva siempre actúa como un “boomerang” en contra de quien la hace, desde el mismo momento que la produce. De alguna manera, por la concepción espiritual unívoca del ser humano, se traduce en autocrítica; en principio, ensucia el alma, corroe las entrañas, disminuye la esencia divina inherente al ser humano, adicionando un nuevo temor: el éxito de los demás.
 En segundo término, cualquier consecuencia pudiere perjudicar gravemente al objeto de la crítica -con lo cual nada gana quien critica- pero de ninguna manera le beneficiará fundamentalmente. Es que el efecto autodestructivo deriva de las leyes naturales que sustentan la regla de oro de Jesús: “Haz por los demás lo que quieras que ellos hagan por ti.”  La lógica elemental nos señala que el que siembra vientos cosecha tempestades; o como decimos en Venezuela: “El que a cuchillo mata no puede morir a sombrerazos.”
Durante toda mi vida observando  a mis congéneres, he comprobado que toda acción engendra una reacción, más o menos de la misma entidad. Hasta ahora, no he encontrado personas realmente felices que acostumbren la crítica destructiva y malsana, sino todo lo contrario: siempre están amargados y… solos.
 Mi existencia está llena de experiencias edificantes, al lado de personas cuya actitud es la de disminuir los defectos de las personas y enaltecer sus pocas o muchas virtudes, cual es lo contario a la crítica destructiva. De ellos he aprendido a vivir mucho de la felicidad que hoy disfruto y que me hacen evitar y combatir a toda costa, cualquier comentario o crítica destructiva.

 Copiado de    Dr. Amauri Castillo Rincón -MsC


EL HOGAR

Publicado por CB Ana María


                                               EL DULCE ENCANTO DEL AMOR
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No sé si a todos acontece, pero en mi caso, mi hogar es algo simplemente incomparable; igual hoy, cuando todos los hijos, en función de su vida y felicidad, físicamente nos dejaron solos en ese espacio maravilloso y especial que es más que concreto, ladrillos, muebles, retratos, cuadros, plantas y flores; porque tiene vida propia que palpita todos los días, de la misma manera y vigor que lo hacía hace 40 años, cuando arribó la primera de nuestras hijas.
Habiendo luchado mucho, arriesgado otro tanto, disfrutado lo necesario y vivido intensamente; enfrentado parte de mi vida el temor, la nostalgia, las miserias humanas y vanidad,  no hay sitio donde me sienta más a gusto y seguro, que en estas cuatro paredes que tienen un olor especial, donde todo es muy conocido y tiene un pedacito de mí, y donde está mi amor de siempre: mi compañera de viaje largo, que sabe cómo hacerme sentir que todos los días vale la pena vivirlos; porque no estoy solo con mi gran vulnerabilidad física y espiritual frente a un mundo que es amplio y ajeno,  porque ella, que es la parte más importante de mi existencia, siempre… está ahí.
De alguna manera, para todos los seres vivos siempre hay un hogar; mejor o peor, pero… un hogar. Sin embargo, con tristeza observo cómo algunos de mis hermanos humanos, en esa carrera loca por obtener bienes materiales, poder o fama, hacen pequeño e insignificante  lo que puede ser muy significativo, reconfortante y… grande: el transitar tomados de la mano de quienes aman, dando prioridad a ese increíble por maravilloso, camino de construir su hogar.
El hogar es integral y debe ser tan fuerte que  el tiempo ni las circunstancias puedan disminuir su importancia, como refugio seguro para el alma y el cuerpo. Inicia con dos, que permanecerán por siempre, más allá de la descendencia. Por tanto, no deben los cónyuges subestimar esta circunstancia.
Los hijos llegan y se van, pero papá y mamá quedarán allí; y si no tuvieron el acierto de no confundir los roles y establecer las verdaderas prioridades, cuando ellos emigren quedará convertido en un cascarón vacío e inerte, aburrido y triste, que es todo lo contrario de lo que debe ser… un hogar.
Por todo eso, debemos dar a cada cosa su sitio, importancia y momento. Es la única forma tener siempre un refugio, en el cálido y seguro… hogar.

HACERLO BIEN

Publicado por CB Ana María


A través de los años he observado que, por alguna razón que no está clara, pocas personas realizan bien las actividades que les corresponden. Especialmente en nuestro país, no obstante que tenemos una alta tasa de desempleo y subempleo, qué difícil es localizar un buen plomero, electricista o especialista en aire acondicionado, por citar algunos de los servicios que requerimos en nuestra cotidianidad.
Y no es que no existan personas técnicamente formadas en estas áreas, sino que actúan de manera displicente, descuidada y sin conciencia de su responsabilidad en lo que hacen; por lo cual, los contratas una vez y ya nunca más quieres saber de ellos, sin que eso pareciera que les preocupe, precisamente porque no les importa ser contratados hoy y mañana no tener nada que hacer.
 En verdad, creo que se trata de que no dedican suficiente amor a lo que hacen o no meditan sobre lo importante de sus realizaciones, para el contexto social donde se desenvuelven.
En este mismo sentido, he observado que todas las personas que aparentan ser felices, son bien diligentes, aman lo que hacen, independiente de cual fuere su actividad y de tal manera disfrutan de lo que ejecutan.
Meditando sobre este tema, se me ocurre que si tengo que hacer algo porque es parte de mi cotidianidad, el mejor negocio para mí es hacerlo con gusto, porque de tal manera, además de cumplir con mi cometido, lo vivo, lo disfruto.
Así, en el caso de los trabajadores que tienen que rendir una actividad durante determinada cantidad de horas, ellos tienen dos opciones: o lo hacen con amor y al disfrutarlo se sienten muy bien; o lo hacen con desgano, con aburrimiento  y quizás hasta con rabia y su resultado será que algo que pudo ser bien interesante como el trabajo, se convierte en un sufrimiento.
De la misma manera, si observo y recibo los tropiezos de mi vida y los contabilizo como enseñanzas para vivir mejor en el futuro, no tendré temor ni aprensión, sino que avanzaré con fe y confianza en lo que hago, porque si incurro en error, sabré que abonará mi aprendizaje, que aumentará mi sabiduría,  y por tanto, mi posibilidad de ser feliz.
Corolario: si tengo que hacer algo porque es necesario o conveniente para mi vida, lo haré con amor porque de tal manera, no sólo cumpliré con mi deber sino que lo disfrutaré de lo que hago.

QUE ES LA FELICIDAD

Publicado por CB Ana María


SER FELICES ES POSIBLE SI TENEMOS A DIOS Y AMOR EN NUESTRO CORAZÓN
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Una Vida Feliz


La felicidad no tiene una definición universal, pero se intuye estrechamente vinculada a la riqueza, la belleza, la fama o el poder. En mi criterio, se trata de una concepción errada, ya que si bien es cierto que tales condiciones pudieran complementar el estado de felicidad, individual o conjuntamente jamás podrían por sí mismas originarla o darle permanencia.
La felicidad es un estado integral avanzado del ser humano racional, que crea una unidad entre el espíritu y las sensaciones físicas del cuerpo, generando un sentimiento de realización material y espiritual que representa la calidad de vida más acabada y reconfortante que un ser humano puede experimentar, cual no puede nacer ni mantenerse sin dos elementos exclusivos siempre a nuestroalcance y que le dan sustento: DIOS Y EL AMOR.
Como la felicidad es corporal-espiritual, cualquier acto que la produzca deberá satisfacer ambos elementos, por lo cual deberemos diferenciar entre un acto agradable y uno feliz. Como las sensaciones que captan nuestros sentidos corporales no perciben las espirituales, para ser felices deben vincularse las unas con las otras. Para observar la diferencia entre uno y otro, ejemplarizaremos: el acto de degustar un trago de vino en solitario solo produciría satisfacción corporal mediante nuestras papila linguales; pero al compartirlo con la persona amada, adicionamos la parte espiritual y lo convertimos en un acto feliz. Asimismo, realizar el acto sexual únicamente por satisfacer la urgencia natural produciría satisfacción corporal; pero si hacemos el amor con la persona amada, al vincular el sexo al espíritu, lo convertimos en un acto feliz.
La felicidad no es ni tiene por que ser permanente, sino que se constituye de momentos felices; por lo cual será más feliz quien acumule mayor número de momentos felices. Pero como  no todos los eventos agradables tienen por qué ser felices, lo que determina espacios en los cuales la persona no es feliz, nadie puede asegurar con propiedad que siempre ha sido feliz o infeliz.
Como quedó probado, para que un evento pueda reputarse como feliz requiere indispensablemente la parte espiritual que es interna; entonces también podemos deducir que somos nosotros en nuestro fuero interior quienes decidimos, al asignarle la cualidad de positivo o negativo, cual evento nos hace felices y cual no; esta última conclusión nos blinda frente a quienes pudieren desear hacernos infelices, porque nadie puede penetrar nuestro mundo interno,  y esto ciertamente es un privilegio exclusivo del único ser vivo a quien Dios dotó de razón e inteligencia: EL SER HUMANO.