Una de las energías más
hermosas que emanamos, es la energía del amor. Nos queremos mucho, disfrutamos
a plenitud cada momento de nuestra vida, hablamos con sutileza, todo es un
ambiente de felicidad.
“La belleza está en
los ojos de quién la ve” una frase muy hermosa para discernirla cada uno de
nosotros.
Los compuestos
químicos y las hormonas que genera el amor. El amor libera dopamina, serotonina
y oxitocina, por eso que cuando nos enamoramos nos sentimos excitados, llenos
de energía y nuestra percepción de la vida es magnífica. Pero los neuroquímicos
del enamoramiento vienen a chorros y al cabo del tiempo, al igual que pasa
cuando alguien consume drogas durante un período largo de tiempo, llega la
tolerancia o lo que comúnmente se conoce como habituación. El amor promueve la reproducción, lo que
provoca una gran cantidad de sustancias químicas que producen felicidad. El
sexo es sólo un aspecto de la conducta reproductiva. El amor motiva a recorrer
el mundo con tal de estar a solas con esa persona especial. Por supuesto, que
la razón está por encima de esas banalidades biológicas pero los neuroquímicos
de la felicidad, hacen que sienta tan bien estar enamorado, que el cerebro
busca la manera de conseguir más. Los neuroquímicos hacer su trabajo sin
palabras, y nosotros buscamos palabras para explicar la locura de nuestras
motivaciones. A veces es más simple engañarse o manipular que intentar
entenderlo.
Fragmento de la
entrevista de Eduard Punset a la Dra. Helen Fisher en el Magazine de El Mundo.
“Los hombres se
enamoran más deprisa que las mujeres y ello tiene una explicación evolutiva”, dice
Fisher a Punset. Helen Fisher es investigadora del Departamento de Antropología
de la Universidad de Rutgers, EE.UU. Ha conducido un extenso estudio sobre la
evolución, la expresión y la ciencia del amor. Es autora de varios libros como
¿Por qué amamos? que describe cada aspecto de la experiencia de enamorarse
desde un punto de vista científico. Eduard Punset: ¿Por qué nos gusta una
persona en concreto entre todas las demás? Helen Fisher: Es una pregunta muy
difícil. Nadie sabe la respuesta. Sabemos que interviene un componente cultural
muy importante. El momento también es muy importante: hay que estar dispuesto a
enamorarse. La gente tiende a enamorarse de alguien que tiene alrededor,
próxima; nos enamoramos de personas que resultan misteriosas, que no se conocen
bien. En el caso de las mujeres, el enamoramiento se asocia con una mayor
actividad con áreas cerebrales relacionadas con la capacidad de rememorar.
A la mujer enamórala todos los días, no cada vez que la vas a perder… Aquí les dejo un cuento para reflexionar...
La Princesa y
el Sapo: Había una vez una princesa que era muy pero muy soñadora. Siempre
estaba en las nubes. Y nadie la bajaba de ahí, y algunas veces hablaba sola y
otras veces pensaba que capaz que algún día sus sueños se harían realidad. Pero
no siempre los sueños se hacen realidad, un día le pasó lo más extraño se
encontró con un sapo que hablaba. -¡No te acerques!- Le dijo ella y el le dijo
- ¡No te asustes, no voy a hacerte nada! Solo soy un sapo que habla- ¿Qué
quieres?, dijo ella. Y el le dijo -Quiero un beso tuyo para volver a ser
humano. -¡No, que asco no puedo besar a un sapo!-dijo ella. ¿Por qué? Si en
realidad yo soy un príncipe, dice el sapo. -No, no te creo. Cómo un sapo como
vos va a ser un príncipe. -¿Qué no crees en la magia?-dijo el sapo. Sí, dijo
ella. Y el dijo - entonces bésame - Y ella dijo - está bien - y lo besó. En ese
momento algo pasó, el feo sapo se convirtió en un apuesto príncipe. Y ella dijo
-¡Entonces era verdad! Muy pronto se casaron y vivieron felices por siempre...
Autora - Melani Lescano.
A la mujer enamórala todos los días, no cada vez que la vas a perder… Aquí les dejo un cuento para reflexionar...
Autora - Melani Lescano.
Fuente: Eduard Punset
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