No entendía lo que veías y querías decirme… ¡es muy duro!, aunque no sé si por educación, principios, o respeto no
terminas de aclarar lo que debía entender.
Siempre has tenido la razón, tienes un don
natural para ver las cosas que otros no ven, tienes un talento increíble, sólo
lo reconocemos cuando se realizan las cosas que por intuición nos has dicho. Hablas
constantemente nos haces sugerencias que
no valoramos porque en el momento no lo
entendemos, pero… qué difícil es
reconocer que tantas veces has dicho y repetido de manera reiterada lo que debemos hacer para mejorar, sin embargo no prestar atención nos trae inconvenientes, o
situaciones incómodas.
Esa sabiduría que llevas con tanta humildad
que no reconoces tener, en numerosas oportunidades aclara a tantas personas lo
que no creen que puedan suceder, acercarte al otro, que no hace más que
establecer lazos de unión con las personas que quieres y que te importan.
Hablar es una necesidad, escuchar es un arte
(Goethe)
Las personas que saben escuchar a otros, los
acompañan en su viaje por la vida.
El escritor y orador J. Krishnamurti afirmaba
“Escuchar es un acto de silencio”. Mientras no callemos nuestro dialogo interno
y prestemos atención a nuestro interlocutor, no aprenderemos a escuchar. Solo
una actitud de escucha atenta hace fecunda la palabra que podemos dar a nuestro
interlocutor. Es difícil poder decir al otro algo que resulte válido si no
abrimos de par en par nuestros oídos para escucharlo. Así la persona escuchada
sentirá que le están dando la importancia que merece, quedando agradecida y
creándose a su vez un clima de respeto, estima y confianza.
Muchas veces, las personas que están
atravesando un momento difícil en su vida, sólo necesitan que alguien las
escuche. Necesitan hablar para desahogarse, para descargar su ansiedad, su
angustia. Cuando escuchamos, estamos ayudando a la otra persona a poner en
palabras lo que le ocurre, a dar nombre a su malestar. Al sentirse escuchada,
la persona puede intentar organizar sus pensamientos y avanzar y empezar a
comprender su dolor. Tenemos dos oídos para oír y una boca para hablar, es
indispensable para nuestra comunicación, sin embargo hablamos dos o tres veces
más de lo que somos capaces de oír. No debes poner barreras a la información
que recibes, no limites tus oídos y abuses de tu boca, sino más bien al
contrario... llénate de información y no des tanta. Tu naturaleza te dice que
aproveches lo que entra en tu cuerpo, lo que recibes, lo que escuchas y lo que
oyes, porque es necesario y a la larga tu felicidad, aunque creas que no es
para tanto, será dependiente de estas cosas que parecen tan insignificantes.
Si todos aprendiéramos a escuchar un poco más
y a hablar un poco menos, todos seríamos un poco más felices y nuestra vida
estaría más equilibrada, los problemas tenderían por naturaleza a solucionarse
de una manera más directa y efectiva y en general la felicidad estaría más a
nuestro alcance.
El saber escuchar se ha convertido hoy en día
en una virtud que pocas personas tienen. Aprende a oír a los demás, a escuchar
a tu entorno y a recibir todo lo que está a tu alrededor. Lo que entra en tu
mente y en tu cuerpo te será de más utilidad que aquello que sale de él.