Vivimos
en una constante carrera cotidiana, sin saber cómo parar.
Las
exigencias profesionales y la vida familiar, todo nuestro día a día, estamos en
un sin parar, para lograr nuestra felicidad y la de nuestro entorno más cercano,
sin tomar en cuenta que cada día tiene su propio afán.
El
tiempo enseña, sana y borra. El tiempo muestra y oculta. El tiempo aclara y
confunde. El tiempo todo se lo lleva y todo lo trae. El tiempo es olvido y
memoria, pérdida y hallazgo, ayer y mañana, recuerdo y proyecto. El tiempo
construye y destruye, asola y rehace, abate y eleva. El tiempo trae muerte y
vida, enfermedad y sanación, oscuridad y luz, sonido y silencio. Todo ocurre
gracias al tiempo, a pesar del tiempo, con el tiempo, a través del tiempo,
inmerso en el tiempo y, a veces, a tiempo.
Con
el suficiente tiempo todo puede llegar a acontecer. Si nos comparamos con el
universo, nuestra vida es apenas un leve suspiro, somos tan longevos como el
mismo universo.
Todo
momento vivido se transforma, en el mismo instante de ser vivido, en un
recuerdo que descartamos o atesoramos sobre la marcha para pasar, rápidamente,
a fabricar otro.
De
niño, el tiempo, es... otra cosa.
Que
el tiempo sea nuestro amigo o nuestro enemigo no depende de él, sino de nuestra
percepción de lo que su paso supone.
Por
eso he aprendido….
Hay
que creer en hechos, no en palabras. Que grandes amigos pueden volverse grandes
desconocidos. Aprendí que están enamorado es la más bella de las locuras. Que
cuando las palabras fallan, la música habla. Que no importa que tan fuerte
seamos, todo en algún momento necesitamos un abrazo. Que la palabra escrita,
escrita se queda. Que quien te quiere te busca, piensa en ti, lo demuestra. Que
no hay arma más poderosa que las palabras. Aprendí que los amigos pueden
contarse con los dedos. Que una sonrisa tiene el poder de cambiar el mundo. Que
si quieres algo debes levantarte e ir tras ello, y sobre todo, he aprendido,
que en la vida, no se trata de ser perfecto, se trata de ser feliz. Toma el
tiempo para ver la belleza que te rodea, hay mucho más en la vida que el
trabajo. Las personas felices se toman el tiempo para oler las rosas, ver una
puesta de sol o un amanecer con un ser querido, dar un paseo, caminar… Aprende
a vivir en el presente, en lugar del pasado o del futuro. Sin tiempo no hay vida
y sin vida no hay tiempo.
A
veces deseamos inmortalizar un momento, congelar el tiempo, quizás sin pensar,
que en lo imperante hallamos la eternidad. Nada es para siempre, el café se
enfría, el cigarrillo se apaga, el tiempo pasa y las personas cambian.
Gracias Grace!
Luis
Díaz.
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