EL
PERDÓN
El perdón es una
liberación del resentimiento con algún ofensor. En suma, es la renuncia a los
resentimientos e indignación que ha causado una ofensa. El perdón surge de la
libertad y la caridad. No obstante, la presencia del perdón no impide la
aplicación de la justicia ante el ofensor.
En lugar de pasar
a la siguiente página, le estás dedicando buena parte de tu energía mental y
emocional a recordar ofensas, daños e injusticias (reales o imaginarias) de las
que has sido objeto, manteniéndolas vivas en tí A diferencia del odio que fomenta la
depresión, el estrés y el malestar debilitando tu sistema inmunológico, el
amor, la tolerancia y la alegría favorecen tu bienestar, fortaleciendo tus
defensas inmunológicas.
Identifica tus
emociones. ¿Sentimiento de humillación, decepción, tristeza? Toma conciencia de
lo que ocultas tras tu máscara de cólera, esto te ayudará a liberarte de ella,
al comprender que “el culpable” ha despertado una zona de sufrimiento que ya
existía dentro de ti mismo(a).
Descubre la
intención del otro.
Encontrar la verdadera motivación
de tu ofensor y las razones profundas de su conducta, te llevará a ser más
condescendiente con él
y a verlo como víctima
de sus propios errores y carencias, en lugar de verlo como verdugo. Por
ejemplo, una persona que ofende a otra en público, en realidad puede ser
insegura y estar intentando autoafirmarse.
Admite tu
responsabilidad. ¿Sin
ninguna justificación
has puesto demasiadas expectativas en alguien? ¿Has sido poco claro (a) al
expresarle tus objetivos o necesidades? Reconoce tu parte de responsabilidad en
el asunto, y la próxima vez habla con claridad y directamente, evitando los
malentendidos o suposiciones.
Facilita la
reconciliación.
Ante un problema, siempre lo mejor es acercarte a la otra persona para
comunicarse. Es importante elegir bien el momento, sentarse a hablar con calma
y sin prisas y expresarle que te importa al otro. Ten siempre una postura
conciliadora para aclarar el conflicto y resolver la discusión sin
resentimientos.
Los conflictos que
vivimos con otras personas con muchísima frecuencia reflejan conflictos que
tenemos con nosotros mismos. Si te pasó ya varias veces que viviste situaciones
en las que tu pareja no te es fiel, lo que tal vez debas observar es cómo te
tratas a ti mismo. Por ejemplo: ¿si eres realmente fiel contigo?, ¿te respetas
siempre?, ¿cuándo necesitas algo, haces lo posible por proveértelo o te lo niegas
con una excusa cualquiera?, ¿realmente te tratas bien o te tratas con
indiferencia o te maltratas?
La única causa de
nuestra infelicidad no se encuentra en el mundo exterior, la tenemos insertada
en nuestra psiquis y aunque podamos inventar tantísimas escusas que nos impiden
ser o hacer; siempre encontraremos justificaciones procedentes del afuera.
Todo,
absolutamente todo pasa por el filtro de nuestras creencias. Nuestra vida y
todas las experiencias se rigen desde la óptica de nuestras creencias. Todo lo
que vemos y sentimos al observar a las personas y al mundo, es el producto de
nuestras creencias, que crean sentimientos y pensamientos acerca de él.
Poseemos creencias
positivas y negativas. Las creencias positivas, unen, integran, expanden, nos
hacen sentir paz y amor. Las creencias negativas están basadas en el miedo,
contraen, dividen, aíslan, y traen sufrimiento.
Los eventos del
afuera, todo aquello que nos ocurre, no tienen significado alguno, son
totalmente neutros, todo el significado que le demos procede de la
interpretación que nuestra mente hace.
Las creencias
negativas son pegajosas, ingeniosas y auto perpetuadoras. Ellas no permiten que
te des cuenta que son solo creencias y que las puedes cambiar. Ellas te hacen
creer que no existe otra manera de ver o interpretar una situación. Ellas son
sumamente resistentes al cambio, por eso sufres, no encuentras manera de
sobreponerte porque quedas atrapado en tus creencias y lo tomas como real. Fragmento del “Ho´oponopono”, por JocelyneRamniceanu.
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