Qué triste saber que ya no estas… ¡y no vas a volver!
Una pajarita canaria como regalo. Al principio toda
confundida donde la ubicaba que estuviese cómoda, al final logré dar su
espacio. Ocupó un lugar importante en mi estancia. Cantaba, se arreglaba sus
plumas y cuando hacía frío le extendía una manta sobre su jaula, para
protegerla. En las mañanas cuando la escuchaba, era el momento de quitarle la
manta y dejarla para que cogiera el sol mañanero.
Pasé unos cuantos sustos al no verla ni escucharla, pensaba
que al limpiarle la jaula le había dejado la puerta mal cerrada y se había
escapado, pues no, estaba allí…ya en el día de hoy no sucedió igual, cuando fui
a verla, ya se había ido a otro plano.
Es duro despertar y salir a merodear los alrededores de la
casa y no escuchar ese cantar que todos los días me regalabas para que despertara,
con el más hermoso de los detalles, una invitación a saber que empezaba un nuevo
día, ese canto era tan alegre que me sentía muy alegre, feliz.
No sé lo que sucedió... percibo e intuyo que pudo ser algún
fallo en tus órganos, la única certeza que tengo, es has dejado un espacio
vacío en tu jaula y en mi corazón, porque aprendí a quererte como mi compañera de vida, PAQUITA, la pajarita que me alegraba la
vida todos los días, tan pequeña y qué grande el vacío que dejas.
Doy gracias a la que una vez fue mi mascota de compañía
PAQUITA… Abandonó su jaula.
Necesito recolocarme, sé que ya no estarás.
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