sábado, 30 de junio de 2012

"TODA EDAD ES BUENA PARA SER FELICES"

Publicado por CB Ana María


 ”CUALQUIER EDAD ES BUENA PARA  VIVIR FELICES”
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Accidentalmente presencié una discusión entre personas de diferente edad, en la cual, como era lo usual, cada cual trataba de demostrar las ventajas de su edad, sin que pudieran ponerse de acuerdo unánime y pacíficamente,  ya que unos soportaban su criterio en que lo más importante era la cantidad de años vividos o a vivir, y los otros que lo trascendente no era el número de años vividos, sino la calidad de vida que se disfrutara. 
Esta discusión, trascendente para unos y menos importante para otros, me generó una reflexión que deseo compartir con ustedes; quizás porque con más de seis décadas de vida en todas sus etapas feliz, pudiera ser que en algo pueda contribuir  a encontrar en cada una de ellas,  un venero de momentos agradables que generen vocación para insistir en lograr una  felicidad que como hijos de Dios, a todos nos corresponde. 
En mi caso particular,  aprecio las dos cosas: la mayor cantidad de años posibles de lograr y un nivel de vida óptimo;
porque manejo el criterio de que las dos cosas pueden coexistir en nuestra existencia. Siento, y lo he comprobado personalmente, que fue a vivir una larga y feliz vida para lo cual fuimos traídos a este mundo. Quien no lo logra, será debido a su actitud, pero no a que no haya sido dotado o exista  en este mundo las condiciones necesarias. 
Cuando departo con mis nietos, observo su curiosidad,  percibo su inocencia y los miro disfrutar de casi todo lo que hacen, no dudo que es la niñez una edad en la cual se es feliz. 
En cada dúo de jóvenes enamorados en los parques o en los campus de las universidades, radiantes de amor, fantasía,  magia y… sueños, observo una edad en la cual la felicidad puede sembrar sus raíces. 
En las parejas consolidadas que viven su real adultez, haciendo bellos hogares donde los esposos, los padres y los hijos comparten a diario el pan, la solidaridad y… el amor, no hay duda que se está en una edad de lucha, emoción, pasión, satisfacción, regocijo y… felicidad. 
El rostro, la bondad, y especialmente la mirada pacífica y sosegada de las personas de la tercera edad, que vienen ya de regreso y han visto la espalda de las cosas, sonriendo pacientes y comprensivos frente al niño, al joven o adulto, por  experiencia propia puedo asegurarles que es una de las edades más bellas: se ha vivido emociones y se experimenta nuevas ¿Qué más podría pedírsele a la vida? 
Está en nosotros hacer de cada edad una fuente de regocijo, de fe, de entusiasmo, de reto por lograr felicidad en cada una de sus etapas. Para ayudarnos tenemos a Dios que siempre nos acompaña; el libre albedrío para hacer lo que nos plazca; nuestro estado de ánimo para darle el color y sabor que convenga a nuestras circunstancias. Todo lo demás es diligencia, un poco de magia y un toquecito de… locura.

EL SEXO DE PAREJA

Publicado por CB Ana María


La relación sexual  de la pareja bien avenida, de alguna manera es un agradable derecho-deber donde ambos integrantes tienen el derecho de recibir y el deber de dar la mayor satisfacción posible,  matizado por la ternura, la emoción y la creatividad para producir encuentros sexuales apasionados de gran plenitud que fomenten el deseo de volver a repetirlos.

      Caso contrario, en una relación sexual de pareja monótona y rutinaria o con el único fin procreativo, el acto pierde parte importante de su razón de ser y muy pronto podría convertirse de acto voluntario y satisfactorio, en una obligación sino desagradable por lo menos tediosa, con marcado y progresivo desánimo por nuevos encuentros.
      Un acto sexual pleno, emocionante y con vocación de recurrencia permanente, no es algo que deba  tratarse con aceleración, glotonería o violencia, sino como un ejercicio de ternura y dulzura; de  disfrute gourmet; delicioso, lento, delicado, considerado, solidario y… apasionado. Es un camino lento pero hermoso, vivificante, que se recorre en busca de un apetecido premio, cual en mucho dependerá de las sensaciones que se sea capaz de generar y lograr que la pareja experimente.
      Personalmente y después de más de treinta y siete años disfrutando de una increíble, recurrente y permanente relación sexual de pareja, no creo  en el mito de que sea el tamaño o contextura del órgano sexual, glúteos o senos; los gemidos o habilidades acrobáticas; los aditamentos y productos especialmente diseñados para aumentar la sensación física en los genitales; o la experiencia de alguno de los integrantes de la pareja, los elementos determinantes en la extensión, satisfacción, éxtasis o deseo de volver a repetir este incomparable momento íntimo.
       Pudiera ser que en mayor o menor grado, los citados mecanismos, habilidades o instrumentos pudieren incidir en el goce sexual, pero para llegar al éxtasis físico-espiritual  que cree nexos progresivos de solidaridad, nos satisfaga totalmente y nos deje el deseo de volver a repetirlo, se requiere como elemento fundamental la convicción de que hemos sido, bien intencionada y  sinceramente, satisfechos y disfrutados, que no mecánicamente manipulados, utilizados o simplemente… servidos.
      Una buena relación sexual que se pretenda sea  continuada y placentera no es algo improvisado, sino que requiere del conocimiento del mapa físico-erógeno del  cuerpo de la  pareja, así como de sus temores, tabúes, apetencias, reservas, limitaciones  y rechazos. Requiere conocer sus tendencias, temperamento, gustos, preferencias, deseos, y si se quiere sus… fantasías.
      Es sobre la base de todo ese conocimiento e información, que incluye su parte psíquica y espiritual, de donde deviene la concepción personal de  que  tal acto es aceptable, delicioso, apasionado y mágico,  que se dispondrá de todos los elementos que aseguren vivir  esa inigualable aventura en toda oportunidad agradable, como es el “hacer el amor”.
      Para lograr un acto sexual realmente pleno por satisfactorio, debe producirse un preludio enmarcado dentro de un cuidadoso proceso de preparación, donde deben abundar las tiernas palabras y suaves caricias como parte del inicio del muy grato “juego sexual”tomando iniciativas y permitiendo con toda libertad a la pareja tenerlas, conforme sea su temperamento, sin más limitaciones que aquellas que imponga el deseo compartido.
      Ya encendida la pasión y extendiendo lo más posible estos juegos iniciales para lograr la mayor excitación mutua, con la misma lentitud, ternura y deleite debe procederse al disfrute de la unión carnal; sin prisa, sin violencia, sin precipitaciones, con fruición, con el firme propósito de dar más de lo que se recibe.
      Así, llegado el momento de la explosión máxima de goce, debemos recibirlo como  el más alto premio a nuestra naturaleza humana y en honor a nuestra amorosa constancia; como el reconocimiento a nuestra lealtad y dedicación y, sobre todo, como la ofrenda y expresión máxima de amor de nuestra pareja.
      El incomparable momento  del éxtasis sexual, debe renovar nuestro compromiso con nuestro par de amar y compartir sin egoísmo lo mejor de nuestra existencia. El acto sexual pleno es la ratificación de los pactos más sagrados de la pareja Allí concurren de manera espontánea nuestros más hermosos sentimientos; es, si se quiere, un acto de comunión, donde el alma y el cuerpo se unen para decir: somos uno solo y eso ciertamente es extraordinario.
       El acto sexual con esa persona con quien hemos hecho pareja porque la amamos integralmente, nos permite aflorar lo mejor de nuestros sentimientos.  Por ser placentero, sin importar las motivaciones que lo hagan tal, nos transporta a un mundo supra natural que por segundos absorbe todos nuestros sentidos, más allá de nuestra propia conciencia, en una explosión maravillosa que nos eleva por encima de todo lo terrenal a un mundo ideal, de goce sin límites.
      Ese placer extremo, ese goce sensacional altera todos nuestros sentidos y nos hace mucho más sensibles de lo normal. Definitivamente somos y actuamos de manera diferente. Nos liberamos de todos nuestros mecanismos de defensa. Perdemos la noción del tiempo. Nos imbuimos de un mundo especialmente sensorial, imposible de definir o determinar con… palabras. Seguramente son pocos segundos, pero nosotros no tenemos conciencia real de cuanto es ese tiempo. Es como si la materia y el espíritu se fusionaran en uno solo.
       En ese supremo momento ascendemos a otra dimensión sin tiempo ni espacio. Se produce un estallido que nos inunda de forma integral penetrando nuestras venas y nuestro sistema nervioso, y ya no somos más conscientes. Nos movemos, hablamos, suspiramos, gemimos, suplicamos o gritamos; todo en una danza de sensaciones inidentificables, completamente  extrañas a aquellas en que se mueve nuestro mundo racional.

En segundos producimos el milagro de unir nuestro cuerpo a nuestra alma, para viajar en un mundo mental de luces y sonidos fantasiosos, de idas y regresos, de incoherencias y sutilezas. Simplemente no somos nosotros, al menos no los de todos los días. Ascendemos no se a donde, pero ascendemos a otra esfera por encima  de nuestros propios sentidos… conocidos. Todo lo ofrecemos, todo lo damos. No dejamos nada para nosotros.
       Sin lugar a ninguna duda cuando hacemos el amor,  cuando lo  hacemos con esa persona que amamos con toda la intensidad de nuestra conciencia, en el momento del clímax definitivamente afloran nuestros mejores sentimientos. Volvemos a estar como cuando nacemos: desnudos en cuerpo y alma, puros, prístinos; olvidamos nuestra vida consciente, sus sinsabores, sus tristezas, sus dolores.
      Ciertamente, nos escapamos del mundo real y pasamos a un mundo rosado,  de… fantasía: esa que nunca deberíamos dejar escapar. Es el éxtasis. Es ese mundo especial y diferente donde no tenemos reservas, donde somos los habitantes de un espacio sin tiempo, que no entendemos bien pero  que deja en nuestros sentidos la imperiosa necesidad de… repetirlo.

¿PUEDE EL ULTIMO AMOR SER EL PRIMERO?

Publicado por CB Ana María


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No tengo dudas al respecto; me consta porque lo he vivido: PUEDE EL ULTIMO AMOR SER EL PRIMERO.
Como lo escribiera Andrés Mata, el alma se asimila “…al pájaro señero que roto el nido en un ruinoso alero, en otro alero reconstruye el nido” y representa un mensaje de esperanza para los enamorados, porque ese sentimiento maravilloso de amar jamás desaparece: siempre está en nosotros, dispuesto a  vivir y… revivir, si fuere nece
sario.
¿Qué sería de nuestra vida sentimental si sólo pudiésemos sentir amor por una sola vez? Seguramente viviríamos angustiados y no podríamos disfrutar las delicias del amor integralmente, en todo momento y sin reservas ni temores.
Es que, quienes amamos pueden llegar, quedarse, alejarse o irse, pero nuestro amor no: el está ahí, sembrado en lo más profundo de nuestro sentimiento, trabajando en la parte más importante de nuestra vida: nuestra realización física y espiritual.
Nuestro mayor incentivo y motivación para triunfar  y ser mejores en la vida, es lograr el éxito  para obsequiarlo a  esa persona o personas  que amamos. Y como sin amor no existe felicidad y sin ésta no vale la pena la vida, en procura de ese alimento,  indispensable para nuestra merecida felicidad, amamos tantas veces cuántas fuere necesario.
Como el amor real, edificante y bueno, es el que se disfruta con libertad, quienes amamos sólo estamos obligados a continuar juntos, mientras experimentemos esa sensación especial de compartirlo todo.
¿Cuál es la salvación cuando un amor se va? Simplemente, que vendrá otro que será “…más duradero y menos doloroso que el olvido.”;  y a eso tenemos que aferrarnos, ya que, somos nosotros y nadie más quien decide cuando, a quién y cómo amamos.
Así que, el compromiso no escrito pero vigente siempre, es amar con libertad y conceder lo mismo.  Por tanto, si ya no nos amaran más, pues mala suerte para quien deje de amarnos  porque en tal caso, se lo pierde. Nosotros, simplemente, como el pájaro señero, “…en otro alero reconstruiremos el nido.”
La consigna es amar sin temor, sin sospechas, sin pedir ni esperar más de lo que somos capaces de dar.
La recompensa por amar es tan más hermosa, edificante, sublime y placentera, que como casi todas las cosas valiosas en esta vida,  conlleva un riesgo de dolor que vale la pena correr.
 En todos los casos, como lo escribiera ese cumanés insigne, “…después de cada invierno, florece nuevamente el limonero.”

MUJERES EN MI VIDA

Publicado por CB Ana María


“AMOR, CONSIDERACIÓN Y RESPETO ES TODO LO QUE PIDE UNA MUJER”
En mi vida, desde muy tierna edad, siempre existieron mujeres que signaron de manera definitiva mi sino; por ellas he sentido la mayor ternura, respeto, admiración, pasión, y se quiere, devoción. De ellas aprendí el amor, la compasión, la caridad, la gratitud y esos otros valores humanos que nos forjan más cercanos, sensibles y solidarios con nuestros hermanos de especie, haciéndonos merecedores de llamarnos… hijos de Dios.
Comenzó con mi madre, esa dama antañona que llenó de amor el sendero que con ella viví; que proyectó el camino de mi vida, sobre la base de creer en uno mismo, de dar paso a las situaciones por adversas que fueren, con la fe y la seguridad de que, siempre, sin importar cuando, podremos superarlas.
Mi hermanita que convivió conmigo su niñez, que me llenó de afecto;  y al final, cuando siendo aun una niña Dios la llamó a su encuentro, por siempre dejó un aroma de azahar en mi alma, que  hoy, en este momento, lo percibo en lo más profundo de mi sentimiento.
Luego vino mi esposa, esa compañera de viaje largo que perfumó mi vida y siendo muy joven subió a mi barco, para ayudarme a llevarlo a puerto seguro. De ella aprendí lo importante del compromiso,  que conlleva respeto,  admiración, aceptación, consideración y buena comunicación, como los tres  pilares que soportan cualquier buena relación de pareja: amor, admiración y respeto.
Después vinieron mis tres bellísimas y amorosas hijas, que son la extensión de ese tierno amor que nos permitió edificar y mantener un hogar por más de cuatro décadas,  donde somos un equipo, y la felicidad es nuestro color de identidad.
Conozco mis hijas muy bien; las he visto llorar de amor y por amor, enfrentando con entereza pero con generosidad cualquier circunstancia, sin permitir perder la confianza en sí mismas y en los demás seres humanos, por lo cual siempre las he visto  perdonar y olvidar agravios, sobreponerse y… triunfar.
Las admiro, porque las he visto hacerse mujeres y sé que no es nada fácil el papel de madres, esposas, leales y entrañables amigas. Fabrican hombres y los hacen seguir el buen camino, aunque la mayoría de las veces no les sea debidamente reconocido.
Constantemente las he necesitado y siempre las necesitaré. Quiero irme primero, porque creo que no se vivir sin ellas; han sido siempre mi mayor acicate para salir adelante, mi mayor bendición y a ellas debo el éxito logrado en mi vida, que resume en una frase: SER FELIZ..

  Copiado del Dr. Amauri Castillo Rincón -MsC

viernes, 29 de junio de 2012

El Lobo como animal Totémico

Publicado por CB Ana María

A lo largo de estos años varias personas me han dicho que mi totem, o la esencia del mundo chamanico y animal que me correspondia era la energía del lobo. De forma generica, podemos decir que tu Tótem es aquel animal que corresponde a tu orientación espiritual. Es decir, aquel con el que te identificas espiritualmente, en cuanto a personalidad, e incluso en un sentido físico. Aquel cuya naturaleza, costumbres, actitudes y características determinantes corresponden a las tuyas propias. Así que para comprender mejor que significaba esto, me puse a investigar sobre la naturaleza del lobo como tótem chamánico. Esto es quien soy y con lo que me identifico.
Lobo: Enseñanza y Guía a lo Sagrado
Los Indios Americanos siempre han considerado a los lobos como maestros o señaladores de caminos. Los lobos son ferozmente leales a sus parejas y tienen un fuerte sentido de la familia, a la vez que mantienen su individualidad. En las estrellas, Lobo está representado por el Perro, Sirio, que muchas tribus aborígenes consideran ser el hogar de los Antiguos.
Probablemente los lobos son los animales salvajes más incomprendidos. Abundan los cuentos de su sangre fría, a pesar de tener rasgos amigables, sociables e inteligentes. Verdaderamente son espíritus libres, aunque sus manadas son altamente organizadas. Parecen hacer grandes esfuerzos por evitar los enfrentamientos, que raramente son necesarios cuando con un cambio en la postura, un gruñido o una mirada logra exitosamente hacerse entender.
Tradicionalmente, alguien con medicina de Lobo tiene un fuerte sentido de sí mismo y se comunica muy bien mediante cambios sutiles en la inflexión de la voz y los movimientos corporales. A menudo encuentra nuevas soluciones a los problemas, a la vez que proporciona la estabilidad y el apoyo que uno normalmente asocia con una estructura de familia.
La medicina de Lobo incluye el poder de enfrentarse a su propio ciclo con dignidad y valentía, la muerte y el renacimiento, la enseñanza del Espíritu, la guía en los sueños y las meditaciones, el instinto ligado a la inteligencia, los valores sociales y familiares, la astucia sobre el enemigo, la habilidad de pasar desapercibido, la constancia, la destreza de protegerse a sí mismo y a su familia, la habilidad de aprovechar los cambios. Es observador, inteligente y tiene muy buena memoria, gran sabiduría, es el que ve en la tierra a sus objetivos con precisión. Maestro de las palabras claves. Maestro, buscador de caminos, perro lunar de mi alma. Aullando, Cantando, enseñando cómo saber.
El lobo es el pionero, el precursor de nuevas ideas, que vuelve al clan para enseñar y compartir su curación. Los sentidos del lobo son muy sensibles y la luna es su poder aliado. En los primeros cultos romanos a la Lupa o Feronia, la gran loba (también conocida como la Madre de los Lobos) es la partera divina y la matriarca de los espíritus ancestrales. Ella fue honrada en el festival anual de ella Lobo y fue invocada en rituales de purificación. reinado, Pureza, Compasión, enseñanza, El Mentor.
Características: Comunidad, Enseñanza, la Cooperación, Sociedad del Conocimiento, fomentar, compañerismo, Instinto, la Victoria, ferocidad, Orientación, Inteligencia. En una propagación, el lobo puede representar la importancia de la comunidad y la capacidad de cooperar con otros. También puede simbolizar la interacción con los demás en forma de orientación o de la enseñanza.
El lobo tiene una fuerte personalidad, a menudo usando sus habilidades para el bien de la sociedad, también conlleva el potencial de destrucción, si se les permite llegar a ser demasiado dominante.
Significado en el camino en espiral: el mentor. El lobo, como profesor titular de la compasión por la humanidad, le enseña su lugar en la comunidad de los animales, los árboles, y plantas. Se le enseña, a su vez, a asumir el papel de profesor, para compartir sus conocimientos y experiencias con otros. Enseñanza. Valentía. Inteligencia. Domina el arte de enseñar y aprender. Su poder nos muestra cómo generar estrategias en nuestra vida, cómo relacionarnos sin enfrentamientos y tener consciencia del sentido de familiar respetando en todo momento la individualidad. Su espíritu nos enseña a poseer el instinto ligado a la inteligencia a enfrentar nuestro propio ciclo con dignidad y valentía para saber adaptarnos a los cambios sacando el mayor provecho de ellos. El espíritu del Lobo será el Gran Maestro, el que nos enseñará cual es el camino a seguir. Puede ser el guía ideal, el que conoce el camino espiritual y puede enseñarlo.
Fuente: la Naturaleza es el Camino

Copiado de: Davíd Topí