Ya sabes cuál es tu
sueño. Ahora cierra tus ojos y saborea tus momentos favoritos de esa fantasía.
¿En qué momento exacto quieres que suceda? ¿Cuál es la escena cumbre en la
película de tu vida?
Cuando hayas
disfrutado suficientemente de tu fantasía, abre tus ojos y haz algunas anotaciones de lo que viste.
He aquí cómo
concebían algunos curiosos la realización de sus fantasías: “Un extranjero rico
y apuesto se casa conmigo y me lleva con él por todo el mundo. A veces preparo
maravillosas cenas para los dos, pero no tengo que volver a trabajar, cocinar,
o servir a nadie más” escribió Yona.
Sylvia anotó: “Recibo
una carta de alguien que me ha oído cantar en una fiesta y desea pagarme
cincuenta mil dólares por un contrato para la Scala.”
Patrick:”En el museo
de Arte Moderno ven mis bocetos y dicen: “¡Traed ahora mismo a ese hombre! ¡Es
un genio! ¡ Queremos sus esculturas en el jardín!”
Pero espera un
minuto. Ésas son unas fantasías muy bonitas, todo el mundo fantasea, ¿no es
verdad?
Pues claro. Pero
existen algunas diferencias muy importantes entre una ensoñación y la realidad.
A veces sin embargo, no es fácil encarar la realidad y sus duros modos
para cambiar tu vida y sólo con ensoñaciones acerca de ella no cambiarás nada.
Según Walter Riso, la
principal fuente para crear la visión del mundo que asumes y por la que te guías
surge del contacto con personas (amigos, padres, maestros) de tu universo
material y social inmediato. Y las relaciones que estableces con el mundo
circundante desarrollan en ti una idea de cómo crees que eres. Los fracasos y
los éxitos, los miedos y las inseguridades, las sensaciones físicas, los
placeres y disgustos, la manera de afrontar los problemas, lo que dicen y lo
que no te dicen, los castigos, los premios, el amor y el rechazo percibidos,
todo confluye y se organiza en una imagen interna sobre tu propia persona: tu
yo o tu autoesquema.
Los humanos mostramos
la tendencia conservadora a confirmar, más que a desconfirmar las creencias
de lo que tenemos almacenadas en nuestro
cerebro durante años. Somos resistentes al cambio por naturaleza, y esta
economía del pensamiento nos vuelve obstinados y poco permeables a los estímulos
novedosos.
Fuente: Walter Riso.
Enamórate de tí.
Publicado por CB Ana María
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