Todos los días
encontramos personas que por la frustración que tienen en sus vidas se piensan que pueden verter toda la basura sobre ti, sino los escuchas eres una mala persona, o hacen juicios a priori. No siempre estamos dispuestos a ser flanco de energías negativas. vampiros energéticos, estar al lado de personas tóxicas, ellos creen tener la razón absoluta en lo que hacen o dicen, se
creen dueños de la verdad, y van luego de víctimas por el mundo. Quizás porque otros le han dado poder, avasallan a los demás no utilizan la inteligencia en ningún
momento, si es que en algún momento han tenido esa sensatez e inteligencia.
Esa inteligencia emocional parece
que no todos la desarrollan. Tienen el poder y control en sus manos porque
otros se los han dado. La realidad de esto es que cuando no consiguen borregos para manipular, entra el estado de frustración.
¿Qué es la frustración?
La frustración es una respuesta
emocional común a la oposición, relacionada con la ira y la decepción, que
surge de la percepción de resistencia al cumplimiento de la voluntad
individual. Cuanto mayor es la obstrucción y la voluntad, mayor también será probablemente
la frustración.
Debemos señalar, en primer lugar,
que la inteligencia emocional no significa sólo "ser amable", porque hay
momentos estratégicos en los que no se requiere precisamente la amabilidad
sino, por el contrario, afrontar abiertamente una realidad incómoda que no
puede eludirse por más tiempo.
En segundo lugar, la inteligencia
emocional tampoco quiere decir que debamos dar rienda suelta a nuestros sentimientos
y “dejar al descubierto todas nuestras intimidades" sino que se refiere a
la capacidad de expresar nuestros propios sentimientos del modo más adecuado y
eficaz, posibilitando la colaboración en la consecución de un objetivo común.
También debemos subrayar que las
mujeres no son emocionalmente más inteligentes que los hombres ni viceversa
porque, en este sentido, cada persona posee su propio perfil de fortalezas y
debilidades. Algunos de nosotros, por ejemplo, podemos ser muy empáticos pero
carecer de la habilidad necesaria para controlar nuestra propia ansiedad
mientras que otros, por su parte, pueden ser conscientes de los más mínimos
cambios de su estado de ánimo sin dejar por ello, no obstante, de ser
socialmente incompetentes.
Es cierto que, en tanto que colectivos
diferenciados, las mujeres y los hombres tienden a compartir un perfil
específico de género que configura un conjunto singular de fortalezas y
debilidades en el campo de la inteligencia emocional. Cierto análisis realizado
sobre miles de hombres y mujeres puso de relieve que, por término medio, éstas
suelen ser más conscientes de sus emociones, mostrar mayor empatía y ser interpersonalmente más diestras que aquéllos.
Los hombres, por su parte, suelen mostrar un mayor optimismo y confianza en sí
mismos, una mayor capacidad de adaptación y también más habilidades para hacer
frente al estrés.
Sin embargo, en términos
generales hay que hablar más de similitudes que de diferencias. Ciertos hombres
son tan empáticos como las mujeres interpersonalmente más sensibles, mientras
que algunas mujeres, por su parte, parecen soportar el estrés tan bien como los
más flexibles de los hombres. De hecho, una estimación global de las fortalezas
y debilidades de la inteligencia emocional de los hombres y de las mujeres no
muestra la existencia de diferencias significativas entre ambos sexos.'
Hay que decir, por último, que el
grado de desarrollo de la inteligencia emocional no está determinado
genéticamente y tampoco se desarrolla exclusivamente en nuestra infancia. A diferencia
de lo que ocurre con el CI (coeficiente intelectual), que apenas varía después de cumplir los diez años,
la inteligencia emocional constituye un proceso de aprendizaje mucho más lento
que prosigue durante toda la vida y que nos permite ir aprendiendo de nuestras
experiencias.
De hecho, los estudios que han tratado de rastrear el proceso evolutivo de la inteligencia emocional a lo largo de los años parecen señalar que las personas desarrollan progresivamente mejor este tipo de aptitudes en la medida en que se vuelven más capaces de manejar sus propias emociones e impulsos, de motivarse a sí mismos y de perfeccionar su empatía y sus habilidades sociales.
De hecho, los estudios que han tratado de rastrear el proceso evolutivo de la inteligencia emocional a lo largo de los años parecen señalar que las personas desarrollan progresivamente mejor este tipo de aptitudes en la medida en que se vuelven más capaces de manejar sus propias emociones e impulsos, de motivarse a sí mismos y de perfeccionar su empatía y sus habilidades sociales.
Y no convendría olvidar que
madurez es la palabra con la que tradicionalmente nos hemos referido al desarrollo
de la inteligencia emocional.
Fuente: Inteligencia Emocional
Daniel Goleman
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