Publicado por CB Ana María
En general, las emociones provienen de un pensamiento previo.
Los pensamientos pueden referirse a creencias sobre sí mismo o a juicios sobre
las otras personas o situaciones. Un juicio es una forma de comunicación que
tiene implicada una opinión pero que no nos permite hacernos cargo de la
emoción y la necesidad propias. Una diferencia entre un juicio y una expresión
sería: “es una desconsiderada” es un juicio porque implica estoy opinando,
subjetivamente, sobre el ser de otra persona. “Me siento enojada cuando tengo
que esperar porque siento que no soy dueña de mi propio tiempo” es una
expresión de sentimientos y necesidades propios.
Los pasos para conectar con la ira son los siguientes:
Respirar profundamente dando tiempo a sentir el propio cuerpo y dónde se siente la rabia-
Identificar los pensamientos que generan este sentimiento de ira, por ejemplo “ella no me tiene en cuenta, no le importa nada mi tiempo”.
Registrar e identificar las necesidades bajo ese sentimiento de ira. Por ejemplo, “necesito disponer de mi propio tiempo”.
El único antídoto para la ira es la eliminación de la frase interna "Si sólo fueras más parecido a mi".
Los pasos para conectar con la ira son los siguientes:
Respirar profundamente dando tiempo a sentir el propio cuerpo y dónde se siente la rabia-
Identificar los pensamientos que generan este sentimiento de ira, por ejemplo “ella no me tiene en cuenta, no le importa nada mi tiempo”.
Registrar e identificar las necesidades bajo ese sentimiento de ira. Por ejemplo, “necesito disponer de mi propio tiempo”.
El único antídoto para la ira es la eliminación de la frase interna "Si sólo fueras más parecido a mi".
¿Tienes mal genio? Tal vez
aceptes la ira como parte integrante de tu vida, pero ¿reconoces
, que de hecho no sirve a ningún fin útil? Quizá justificas tu mal humor
diciendo cosas como "Es muy humano" o "Si no me desahogo
expresándolo me lo guardaré dentro mío y se me convertirá en una úlcera".
Pero la ira, el mal humor es una parte de ti mismo que no te gusta y, casi está
de más decirlo, tampoco le gusta a la demás gente.
La ira no es algo "muy humano". No tienes por
qué sentirla, y no sirve a ninguno de los propósitos relacionados con el que tú
seas una persona feliz y realizada.
Toma la forma de rabia, hostilidad, de agresión contra
alguien o incluso de silencio amenazante. No se trata simplemente de un enfado
o irritación. Una vez más la palabra clave es inmovilidad. La ira es
inmovilizante y por lo general proviene del deseo de que el mundo y la gente
sean diferentes a lo que realmente son.
La ira es una elección y un hábito. Es una reacción
aprendida ante la frustración y a resultas de la cual te comportas como
preferirías no hacerlo. De hecho, la ira profunda es una forma de locura. Se es
loco cuando no se puede controlar el propio comportamiento. Así pues, cuando
estás enfadado y pierdes el control, sufres una locura temporal.
La ira no tiene retribuciones ni compensaciones
psicológicas. Tal como la definimos aquí, la ira es debilitante. Físicamente
puede producir hipertensión, úlceras, urticaria, palpitaciones cardíacas,
insomnio, cansancio e incluso enfermedades cardíacas. Psicológicamente, la ira
acaba con las relaciones afectivas; interfiere con la comunicación; conduce a
la culpabilidad y la depresión y en general interfiere con tu vida. Quizá te
sientas escéptico ante esto, puesto que siempre has oído decir que es más sano
expresar la ira que guardarla embotellada dentro de ti. Sí, realmente la
expresión de tu ira es más saludable que su represión. Pero existe una postura
aún más sana: no sentir esa ira en absoluto. En este caso, no tendrás que
enfrentarte con el dilema de si será mejor echarla fuera o guardarla adentro.
Como todas las emociones, la ira es un resultante del
pensamiento. No es algo que simplemente te sucede. Cuando te enfrentas con
circunstancias que no van por donde tú quisieras que vayan, te dices a ti mismo
que las cosas no deberían ser así (frustración) y entonces eliges la
acostumbrada reacción de enfado que sirve a un propósito. Y mientras aceptes la
ira como parte de lo que significa ser un ser humano, tendrás razón en
aceptarla y en evitar ocuparte de su eliminación.
Sin la menor duda, desfoga tu ira, desahógate, déjala salir
en formas que no sean destructivas (si sigues decidido a conservarla). Pero
empieza a pensar en ti mismo como en alguien que puede aprender a pensar de
manera diferente cuando se siente frustrado, de modo que la ira inmovilizante
pueda ser reemplazada por emociones más gratificantes y positivas. Lo más
posible es que seguirás sintiendo rabia, irritación y desilusión, ya que el
mundo no será nunca como tú quieres que sea. Pero la ira, esa respuesta
emocional tan perjudicial, puede ser eliminada.
Fuente:
El cielo es el límite
Dr. Dyer Wayne.
Fabián Garella
Biodecodificador, terapeuta.
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