Cuando el motivo de inspiración para escribir es, una frase que escuchas y te llega directo al corazón.
Lo que menos espera es que las frases bien dichas con sutileza puedan ayudarte tanto a sonreír cada vez que la recuerdes.
En lo coloquial se dice que las palabras se las lleva el viento, pero eso no es real, hay palabras que al construir una frase y bien dicha llegan al alma.
Es digno de reconocer a aquellas personas que predican con el ejemplo; en cuanto hablan nos dejan perplejos por usar con sabiduría y mucho conocimiento eso que llevan dentro, lo que por la boca sale, nace en el corazón. Tal vez no seamos consciente los corazones que tocamos al tener esa entereza y entrega al profesar mensajes que llegan a nuestra esencia.
No hay mejor maestro a seguir que aquel que actúa en consonancia con lo que predica. Estas son las personas que cada día admiramos de una manera que al verlos nos reflejan esa paz, alegría, felicidad, y tranquilidad porque dan lo mejor de si a todas aquellas personas que quieran acercarse a sus vidas.
Es de agradecer todos los días cuando al despertar recuerdas todas las vivencias que has tenido en el día anterior, escuchando nuevamente esas cosas que te llenan de alegría el camino que vas a recorrer en el nuevo amanecer. Tal vez te encuentres con muchas situaciones que no sean tan agradables, pero el sentirte tan bien contigo hace que lo que dicen los otros no tenga nada de importancia.
Agradezco tanto el camino recorrido, que al mirar atrás, solo queda la satisfacción de saber que lo aprendido me ayuda a seguir con otros proyectos.
Cuento indio
Un aguador de la India tenía dos grandes vasijas que colgaban de los extremos de un palo que sostenía en su espalda. Una de las vasijas tenía varias grietas por las que perdía agua, de modo que al final del camino sólo conservaba la mitad, mientras que la otra era perfecta y mantenía intacto su contenido, desde el arroyo hasta la casa de su patrón.
Durante dos años completos esto fue así diariamente. Desde luego, la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía idónea para los fines para los que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque sólo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación.
Después de dos años, la tinaja quebrada le habló al aguador diciéndole: “Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque, debido a mis grietas, sólo puedes entregar la mitad de mi carga y solo obtienes la mitad del valor que deberías recibir por tu trabajo.”
El aguador apesadumbrado, le dijo compasivamente: “Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino.”
Así lo hizo la tinaja y, en efecto, vio muchísimas flores hermosas a lo largo de la vereda; pero siguió apenada porque sólo guardaba dentro de sí la mitad del agua que debía llevar.
El aguador le dijo entonces: “¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino? Quise sacar el lado positivo de tus grietas y sembré semillas de flores a lo largo de todo el trayecto. Todos los días las has regado y durante dos años yo he podido recogerlas. Si no fueras exactamente como eres, con tu capacidad y tus limitaciones, no hubiera sido posible crear esa belleza. Todos somos vasijas agrietadas por alguna parte, pero siempre existe la posibilidad de aprovechar las grietas para obtener buenos resultados.”
Abrazos energéticos de LUZ y AMOR.
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