Ten claro que aquí nada
es casualidad y todo, absolutamente todo, tiene una razón de ser. Incluso las
personas que pasan por nuestras vidas a ponernos todo patas arribas, a dejarnos
el alma helada y las pestañas rizadas. Posiblemente de ellas será de las que
más aprendamos. Cada persona, por muy insignificante que sea su paso, tiene una
misión. Habrán amigos que se queden por siempre, otros lo harán durante años y
otros durante meses. Y no por eso fueron menos amigos que los que aún siguen
estando con nosotros. Todo tiene un proceso, una razón de ser y un por qué. De
todas las experiencias aprendemos, o deberíamos hacerlo.
Durante un momento he
estado pensando en los juicios de valores que emitimos sobre las personas. Sin tomar en cuenta ¿él por qué lo hacemos?
Soltamos todo con tanta
ligereza como si no tuviese importancia ese concepto emitido en un juicio.
Debemos tener en cuenta
es que la mayoría de las veces los juicios de valor son por tener discrepancias con personas poco gratas. Emitimos esos juicios de
acuerdo a las sensaciones que nos provoca la persona en sí, de ahí que tenga
tanto peso el tema de las emociones y los valores. Porque básicamente, son
dimensiones casi inconscientes que tienen que ver con nuestra propia
personalidad.
La vida pasa tan rápido
que debemos valorar si merece la pena perder el tiempo en determinar si alguien
nos gusta o no, si podemos confiar en esa determinada persona y estar de
acuerdo con lo que nosotros percibimos. Te verán como alguien un poco peculiar,
porque no actúas como el común denominador, pero ese es el precio a pagar al
compartir con otros.
Quizás no eres lo que
otros quieren que sea, pero has cogido las riendas de tu vida, tú eres lo que quieres ser, y haces lo que
quieres hacer, no compites con nadie, ni debes estar para agradar a otros.
Dentro de toda esa
descarga emocional tan negativa, debemos ser conscientes de ¿quiénes somos
nosotros como para estar catalogando a las personas que no cumple los cánones
pre-establecidos en nuestras mentes?
Cuando expresamos continuamente
aquello que se nos pasa por la cabeza con total sinceridad y frialdad para
catalogar a una persona, emitiendo un juicio que no sabemos el daño que se
puede estar haciendo, por eso debemos recordar que todos somos sensibles y que
a cada persona le ve afecta de diferente manera. Tal vez, juzgar sin saberlo
todo de esa persona en sí, es algo que no podemos hacer con ligereza.
La mejor forma de tener respeto
por las personas, es aceptar a los demás tal cual como son.
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