ESTABILIDAD EMOCIONAL
12/02/2009 por Dr. Amauri Castillo Rincón -MsC
“NUESTRA ESTABILIDAD EMOCIONAL DEPENDE DEL EQUILIBRIO DE NUESTROS SENTIMIENTOS”
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Factores de diversa índole, algunos
positivos y otros negativos, colman nuestra vida diaria, obligándonos a
establecer un EQUILIBRIO EMOCIONAL, indispensable para lograr una vida
feliz.
Venturosamente, son más las bendiciones,
situaciones y circunstancias edificantes, que las que por sí mismas
aparentan, o amenazan con convertirse en negativas. De tal suerte, la
estabilidad emocional no es algo que pueda adjudicarse, adquirirse o
tomarse prestado; se trata de una circunstancia muy personal: nuestra circunstancia; cual
a su vez, es producto del equilibrio que establezcamos en nuestro
interior, entre lo que consideramos positivo o negativo, lo cual
responde a la trascendencia que le demos al personalísimo mundo de
nuestra cotidianidad.
No se trata de cómo se desarrollen los
eventos, sino como los asimilemos; no es el por qué, cómo y cuando
sucedan, sino en la entidad y tiempo que estimemos que puedan
afectarnos. Por ejemplo, perder un amor o una oportunidad cualquiera, su
efecto dependerá de la trascendencia y tratamiento mental que le
concedamos. Tenemos la posibilidad de considerarlo negativo, triste e
inclusive doloroso; pero también la opción de considerarlo positivo,
porque nos abre la oportunidad de comenzar nuevas y emocionantes
relaciones o mejores y más actualizadas opciones.
Personas estables emocionalmente en diversas ocasiones me han comentado: vivo feliz gracias a mi nueva pareja; o ahora tengo una vida más holgada gracias a que fui despedido y logré un trabajo mucho más remunerador. Otros me han manifestado que, si
no me hubiese sucedido un percance, que en su momento consideré
negativo, hoy no tendría tal o cual beneficio que ha superado mis
circunstancias de aquella oportunidad. Estos testimonios afianzan
mi convicción de que estamos obligados a buscar y encontrar el lado
positivo de las cosas, en ese camino de alcanzar una vida mejor.
No somos un accidente sobre esta tierra, sino la hechura más acabada de una fuerza suprema y universal, que es perfecta: DIOS.
Es nuestra decisión la trascendencia que le otorgamos a los
acontecimientos. Nadie puede ayudarnos a resolverlo, porque sólo
nosotros gobernamos en nuestro interior.
Si tenemos fe en Dios y en nuestra propia
diligencia para procurarnos una vida feliz; si nos producimos
tranquilidad espiritual, amando a nuestros semejantes y manteniendo la
convicción de que nada sucede sin una razón; si nos acostumbramos a
estudiar primero el lado positivo de los acontecimientos, aceptándolos
como una posible enseñanza o apertura de una nueva oportunidad; si nos
condicionamos a convertir los problemas en asuntos por resolver, sin
duda lograremos esa estabilidad emocional, sin la cual es imposible
lograr nuestra máxima aspiración como seres racionales: SER FELICES Y HACER FELICES A NUESTROS SEMEJANTES.
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